Uno de sus hijos nos ha corroborado lo dicho, destacando su “gran humanidad”, al tiempo que añade otros detalles que conforman su cálida personalidad : “Era un hombre sencillo y de trato llano. Nunca su afán intelectual se interpuso en las conversaciones con otras personas. Amaba el estilo directo y los recuerdos de la infancia, como gran referente del aprendizaje de la vida; la nostalgia está, por tanto, muy presente en la obra”.
Miguel Serrano Gutiérrez, nacido en Cáceres el 15 de noviembre de 1924, estudia en el colegio de San Antonio, de esta ciudad, ingresando, posteriormente, en la Universidad de Salamanca, donde se licencia en derecho, en 1952, una carrera que le daría “raciocinio y conocimiento del hombre”.
Además de su trabajo dedicado al ejercicio libre de la abogacía, durante toda su vida, será nombrado Secretario General de la Cámara de Comercio de Cáceres; y, en 1980, pasaba a impartir clases de Derecho en el Centro de Enseñanzas Integradas, de citada población. También trabajó como profesor titular de la Facultad de Ciencias Empresariales, de la Universidad de Extremadura.
Unido en matrimonio con Rosa María del Mazo Velasco, en 1954, fue desde muy joven un apasionado de las letras, alentado por su profesor de Lengua y Literatura, el P. Antonio Corredor García, quien le introdujo en el campo de la poesía, que le entusiasmaba, dirigiendo la revista colegial “Lyceum”.
Uno de sus abuelos hará que su sensibilidad creadora se impregne de campo y de paisaje, los que iban estar omnipresentes en muchos de sus poemas, que irán “directos al corazón”. Se trataría de una vocación poética que ya nunca abandonaría, sino que la alimentaría a la vez que prestaba especial atención a las frecuentes lecturas poéticas organizadas en la capital.
Era ferviente admirador de Juan Ramón Jiménez, Thomas Stearns Elliot, Whalt Whitman, Vicente Aleixandre, Luis Cernuda, Antonio Machado, José Hierro, del que era amigo, Blas de Otero y de jesús Delgado Valhondo. En la prosa admiraba a Ramón M. del Valle Inclán y a Baroja, así como a los rusos: Stendhal y Proust.
Fue asiduo colaborador de la revista “Alcántara”, en la etapa de Carlos Callejo, y, así mismo, en la posterior de Romano García, con la refundación de la “Revista de Extremadura”. Sus versos, siempre de hondo intimismo, lograrán varios premios: Gabriel y Galán, “Hermanos Caba”, “Extremadura Unida”, “Martes Mayor”, “Pedro de Trejo”, “Exaltación al Olivo”, además de otros fuera de la región. Fue miembro fundador de las tertulias literarias de la cafetería Adarve, en lo años 70, y de la de Pereros, a finales de los 80.
Algunos libros de poemas, transidos de “versos acalambrados” fueron glosados por Delgado Valhondo, subrayando de “Versos o nada”(Cáceres, 1973) que eran “poemas de gran ternura, poemas de un gran amor, de un paisaje lleno de colorido y olor del flor del aire”; Concierto en yo mayor (Cáceres, 1975, “de exquisito sentido de la musicalidad”; Contorno de agua (Cáceres, 1975), un “agua mansa, agua dulce, agua limpia”.
Otros libros fueron Album76 (Cáceres, 1976); Las otras horas (Cáceres, 1980; Antología poética (1973-1980) (Cáceres, 1982); Rosa total (Coria, 1982); Desnudo noviembre (1994).
Finalmente es preciso señalar su paso por la política, militando en la U.C.D., de Adolfo Suárez, que abandona al desaparecer el partido. Otras pasiones tuvo Miguel Serrano, como la del mundo de los toros, heredada de su abuelo paterno, llegando a ser presidente del Club Taurino Cacereño); la música, prefiriendo la de los grandes románticos –Chopin, Tchaikovski, Shubert-; y, así mismo, sintió atracción por el dibujo del paisaje y apuntes de rincones de ciertos entornos rurales…
Moría en 1996, cuando contaba 72 años de edad, en la plenitud de su obra creativa.