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MIGUEL MUÑOZ DE SAN PEDRO. Historiador

09 junio 2016

De rostro grequense y perfil enjuto, de verbo erudito y excelente memoria...

De rostro grequense y perfil enjuto, de verbo erudito y excelente memoria, pues se ha dicho de él que era un verdadero archivo viviente, manejando los datos más diversos, con toda clase de fechas, cifras, anécdotas y nombres.  Y era notorio que poseía una cultura enciclopédica , que vertiría a través de su densa biografía, después de estudiar Leyes en Salamanca y en Madrid.

 

Fue miembro de diez Academias e Institutos de España y de América, Cronista Oficial de Cáceres y director del Museo de Bellas Artes; presidente de la Comisión Provincial de Monumentos y delegado Provincial de Bellas Artes. A su muerte sería nombrado Presidente de Honor perpetuo de los Congresos de Estudios Extremeños. 

 

Todos ellos fueron cargos que desempeñó, a la vez que acudía a la tertulia del “Café de Lyón” (fundado por él, en unión de Antonio Rodríguez Moñino y José María de Cossío) atendía a sus propiedades, y en sus ratos de ocio, era un apasionado de la caza. Pero, sobre todo, se entregó con pasión a sus plurales actividades científicas, literarias y artísticas, especialmente a la investigación histórica, dictaba conferencias, publicó numerosas obras y escribía artículos en la prensa local. Así mismo, en la juventud, cultivó el teatro y la poesía.

 

De este X Conde de Canilleros y V de San Miguel, nacido en Cáceres y fallecido en Madrid, en 1972, Alfonso Díaz de Bustamante y Quijano, el que fuera Alcalde de Cáceres, diría estas palabras: 

 

“Es un cacereño que ha consagrado su vida a la misión, dura y noble, de sacar del olvido nuestras glorias y dar a conocer al mundo nuestros tesoros artísticos.

 

Otro, como Dionisio Acedo, antiguo director del diario local  “Extremadura”, le concedía “talento narrativo”; Pedro Caba, “finas cualidades de historiador y poeta, y José María de Cossío, “calidad de historiador ilustre y de escritor amenísimo”. 

 

Pero se ha de puntualizar mucho en su capacidad de investigador, pues al poseer un nutridísimo archivo, le permitió conocer todos los depósitos documentales que pudieran ilustrar la historia de Extremadura; una tarea que completó con sus investigaciones en el madrileño Archivo Histórico Nacional, en la Biblioteca de la Real Academia de Historia y en el sevillano Archivo de Indias. Del resultado de tales estudios, publicó abundantes obras, de las que reseñamos las que siguen:

 

Diego García de Paredes, el Hércules y Sansón de España(1946).
Un extremeño en la corte de los Austrias (1947). 
Don Gutierre de Sotomayor, Maestre de Alcántara (1949). 
El capitán Diego de Cáceres Ovando (1952).
Documentos para la Historia de la guerra de Secesión en Extremadura (1949). 
Extremadura, la tierra en  que nacían los dioses(1961).
Expedición de Hernando de Soto a Florida (1924).
Biografía de Pedro de Alvarado (1947).
Tres testigos de la conquista del Perú (1954). 
Doña Isabel de Moctezuma (1965).
Sor Mariana de la Presentación(1958). 
El conde de Rodezno y Cáceres (1952). 

 

Miguel Muñoz de San Pedro e Higuero sería, además, un asiduo colaborador de la prensa diaria, de la que señalamos por su interés, los siguiente artículos: “Un libro de Ramos Aparicio: El último brindis” (octubre de 1949) y “Dos libros de versos”( enero de 1951). Del primero, sobre la muerte de Manolete, afirma que es de “gran lectura, hondamente humano y de alta calidad literaria”; del segundo, sobre la obra poética de  Baldomero Díaz de Entresotos y Juan José Velo Nieto, expresa que “destacan tanto por la inspiración como por la originalidad”.      

 

Haría incursiones a la poesía y al teatro, con sus obras: Através de la aurora (1923); Lises de fuego, en el mismo año, y Romance feudal (1935). 

 

Finalmente ejerció la crítica literaria, de la que destacamos la que le hiciera, en diciembre de 1954, a Luis González Cascos, (que posteriormente sería Alcalde Cáceres), por la publicación de su libro, Sorpresa de una letanía, cuyo nombre –señalaba- está entre los escritos extremeños, por su “fluida inspiración de honda espiritualidad y de una prosa con sabor a verso”.

 

         En fin; fue un personaje que dejó una profunda huella en la cultura cacereña, haciendo que Extremadura y Cáceres, su ciudad, estuvieran siempre por cima de todo otro interés. A su gestión se debe la proclamación de “Monumentos Nacionales” a Cáceres y a la Cueva paleográfica de Maltravieso de dicha capital.           

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