Nace en Guadalcanal -Sevilla-, el 4 de marzo de 1870, y fallece en Cáceres en 1918. Siempre nos sorprendió su figura quijotesca, de nariz pronunciada, barba de chivo y bigotes de exageradas guías. Con el tiempo se convertiría en un consumado escritor, brillante folklorista, etnógrafo destacado, buen historiador y cuentista. Según su biógrafo José María Cancho, “rezumaba bondad en sus actos y palabras y solía estar metido en su casa, trabajando en sus actividades literarias, o leyendo pues era un hombre muy culto”.
Empieza a cursar la carrera de Farmacia, pero la abandona, al no tener vocación para ella, por lo que optará hacer Leyes, que no termina por ser victima de una afección pulmonar. (En el futuro su vida estuvo lastrada por varias enfermedades, falleciendo a la edad de 48 años, víctima de aquella famosa gripe). En Madrid, simultanea sus estudios universitarios con su afición literaria.
Hombre de pensamiento liberal, su estancia en la localidad de Alcuéscar se desenvuelve, al principio, sin estrecheces, pues cuenta con la renta de unas tierras que posee. Colabora en la prensa local y regional, escribiendo artículos en varios periódicos de la época, mientras asiste a tertulias, aunque se ha de quejar del cerrado ambiente cultural que debía soportar, poco propicio para el desarrollo de sus múltiples actividades. Por ello, se decide a trasladarse a marchar a Madrid, lo que no logra, optando luego por trasladarse a Cáceres. Pero su talante vital no tardará en quedar traumatizado por el fallecimiento de una de sus hijas, seguida de la grave enfermedad de su mujer.
Mientras tanto, no deja de recoger muestras del folklore popular, así como recapitular toda clase de poemas, viejos romances, refranes antiguos y expresiones alcuesqueñas. Con tal finalidad, haría amistad con campesinos y pastores, que él enviaría a personalidades de rango nacional, como Menéndez Pidal. Sus logros de asiduo publicista lo harían merecedor de varios premios, galardones y nombramientos, como el ser designado Académico C. de la Real Academia de la Lengua, además de miembro de la Real Academia de Buenas Letras de Sevilla.
Narró numerosos cuentos, de carácter folklorista, escribió versos que eran publicados en diarios de tirada nacional y publicó artículos sobre los más variados temas. En el folklore, en el que tuvo como maestros a Rodríguez Marín y Menéndez Pidal, triunfaría de manera rotunda, manteniendo correspondencia con ellos, como directo colaborador de ambos, haciendo gran trabajo que, al morir, tenía recogidos más de 25.000 fichas.
En el tema de la etnografía, García-Plata, dejaría también una notable huella escribiendo sobre las costumbres rurales, como ferias y fiestas de pueblos, diversas producciones, hábitos campesinos, forma de vestir, matanzas, sobre temas laborales, aspectos navideños, y ritos de Semana Santa, los refranes, los bailes, el atuendo de los lugareños, etc.
De sus obras es preciso destacar las que siguen : Demosofía Extremeña, La musa religiosa popular. Demosofía Extremeña. La musa de los Cantares. Coplero de lilas blancas. Guijos y Rebollos, luego recogidosen Ruta de Plata. 10 años de poesía en Extremadura.
Por su fallecimiento inesperado, no pudo escribir “La historia de Cáceres”, un trabajo encomendado por la Excma. Diputación. Y otras obras no vieron la luz, como Demosofía Extremeña. El refranero y Vocabulario: Geografía Popular. Rimas infantiles y canciones.
