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TOMÁS MARTÍN GIL. Un tenaz investigador

25 mayo 2016

Investigó nuestro personaje de hoy los campos de la arqueología y etnografía, era un apasionado de la arquitectura popular y el folklore extremeño...

Investigó nuestro personaje de hoy los campos de la arqueología y etnografía, era un apasionado de la arquitectura popular y el folklore extremeño, como fue un virtuoso de la fotografía, que la completaba con sus estudios de botánica y mineralogía.

Hombre de proverbial talento y curiosidad voraz, adornaba su ancha personalidad con un carácter franco y cordial. “Caballero sin tacha”, de “ágil y erudita pluma” y “caudal de virtudes raciales” fueron elogios que recibió de un editorialista del periódico “Extremadura”, en septiembre de 1947, en su fallecimiento.

Manuel Veiga López, el que fuera presidente de la Diputación de Cáceres y culto escritor, diría de él, en el homenaje que le organizó en 1994, que era “uno de los personajes cacereños que con más ahínco ha investigado, trabajado y protegido nuestra cultura”. Y donde también se hacía alusión a las alabanzas señaladas por el Conde de Canilleros, en el prólogo de la obra póstuma de nuestro verdadero hombre del Renacimiento: Motivos Extremeños: El auténtico renacer regional se debe mucho a la paciente y generosa consagración a Extremadura, de Tomás Martín Gil.

Por su parte, el pintor Juan José Narbón, lo llama “elevado personaje”, que “tuvo la bondadosísima intención de difundir y revelar, en el seno de una sociedad un tanto anodina, la cultura autóctona”. Y para María Jesús Herrero de Tejada, directora del Museo Pedrilla de Cáceres y directora del Área Artística de la Diputación Provincial, es “un personaje con exquisito sentido de la responsabilidad y espíritu aristocrático”.

Tomás Martín Gil, que nace en Coria (Cáceres) y muere, a los 56 años en esta ciudad de la Alta Extremadura, y era hijo de Silvestre García Moreno y Justa Gil López, realizaría el Bachillerato en citada ciudad, a la vez que su tío Saturnino Martín, párroco de Casar de Cáceres, le inculcaba una exquisita educación humanista y cristiana. Una formación que ampliaría cursando la carrera de Ciencias Exactas en la Universidad Central de Madrid, que alternó con su trabajo de mancebo en una farmacia.

Se trata de unos años en que aprovechaba asistiendo a una Escuela de Artes y Oficios, pero, como llegarían a afirmar sus hijos Luis y Marcela, al no dominar las técnicas de la pintura, ensayó a escribir sus impresiones, siendo “coleccionista de horizontes, sitios, situaciones, horas, climas, en definitiva, cazador de paisajes”.

Llevó a cabo una gran dedicación a la docencia, impartiendo clases en Almendralejo y Trujillo, en cuya época se casa con Teresa Jiménez Calado, de cuyo matrimonio nacieron siete hijos. Igualmente, y sin renunciar a su acendrada tarea educativa, opositaba al Cuerpo de Estadística, saliendo airoso del trance. Ya en la ciudad de Cáceres, es nombrado Delegado Provincial de Estadística, en cuya época, sus múltiples actividades le absorbieron totalmente, en las más diversos aspectos…

Al mismo tiempo, todo ello lo simultaneó con el desempeño de muchos cargos, como ser Comisario Provincial de Excavaciones Arqueológicas, Académico Correspondiente de la Real Academia de la Historia, cofundador de la revista “Alcántara”, jefe Provincial de Artesanía, Secretario del Ateneo de Cáceres, del Club Deportivo Cacereño y de la Masa Coral Cacereña…

Por otra parte, colaboraba en revistas especializadas y en los periódicos locales y regionales. Entre las revistas, mencionemos las que siguen: “Revista del Centro de Estudios Extremeños”, “El Santuario de la Montaña”, “Monasterio de Guadalupe”, “El Norte de Extremadura”, “La Región”, “Hurdes”…

De sus numerosos escritos, citemos éstos, bajo el título genérico: “El arte en Extremadura”, y en la “Revista del Centro de Estudios Extremeños”:

-La iglesia parroquial de Casar de Cáceres y su retablo mayor, 1931.

- Una excursión a Monroy, 1932.

- Un retablo del siglo XVI (Iglesia de Casas de Millán) ,1933.

- Excursiones a viejas ermitas (de Casar de Cáceres y de Casas de Millán), 1933. En años posteriores volvería a escribir sobre otras ermitas.

- Testamento de Don Rodrigo Pérez, arcediano de la catedral de Lima, 1935.

- De la vida del campo extremeño en el siglo XVI, 1938.

- Canciones populares (una serie de artículos publicados en el diario “Extremadura”, de Cáceres).

- Notas sobre artesanía cacereña, 1941.

Algunas obras que tenía en preparación, quedaron inéditas a su muerte, tras una vida verdaderamente frenética.  

OPINIÓN DE NUESTROS LECTORES

José M. Moreno Martín 22:11 26 enero 2018

Verdaderamente un personaje único, un erudito. Estamos orgullosos de que naciera en Coria, sobre cuya Ciudad escribió artículos. Y la visitó con Adolf Schulten.

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