Antes de nada, se ha de significar que fue largo su pontificado y que es otro de los prelados que, oriundo del reino de Valencia, se trasladó a estas tierras extremeñas para cumplir con la siempre importante misión de estar a la frente de una grey pastoral; esta vez de la cauriense. (Una diócesis que, por otra parte, es una de las más antiguas de España, ya que se cree, con solvencia histórica, que tiene sus inicios en el siglo VI, aunque no faltan historiadores que ponen sus comienzos en el siglo IV, aunque con reservas).
Varios estudiosos de estos temas episcopales no tienen duda en calificar, a este ilustre personaje de la iglesia, de bondadoso, con laintención explícita de potenciar esta cualidad que ha de adornar a todo sacerdote; es decir, su santidad, su bondad y su carisma espiritual para entregarse a sus diocesanos; la otra dimensión habrá de ser la de ser sabio, lo que, al tiempo, se ha de corroborar, también, porque cada uno de los diez Obispos que vamos a estudiar han sido figuras destacadas en el palmarés del episcopado español.
El Dr. don Ramón Peris Mencheta, que sería hermano del acreditado periodista, y director y propietario a la vez, del diario “La Correspondencia de Valencia”, nacería en la hermosa ciudad de Valencia, en la fecha del 22 de marzo de 1851; es decir, durante los años turbulentos del reinado de la reina castiza, Isabel II.
Es sabido por todos sus biógrafos que, desde sus más tiernos años, daría claras muestras de una piedad intensa, mientras que muy pronto empezaría a mostrar una fuerte inclinación por los estudios de la carrera sacerdotal. Y así, sus padres no tuvieron dudas en ingresarlo en el Seminario Conciliar de Valencia. Sus años de preparación al sacerdocio, en Latín y Humanidades, Filosofía y Teología, fueron muy provechosos, debido a su fuerza de voluntad, despierta inteligencia y comportamiento modélico.
Fruto de tal entrega a sus deberes de estudiante seminarista le dieron los más ubérrimos frutos, ya que, con constancia y esfuerzo, llegaría a alcanzar dos doctorados; a saber: en Filosofìa y Sagrada Teología por la Universidad Pontificia de citada ciudad, tras haberse ordenado presbítero en 1876. Ni que decir tiene que, con estos avales, era un próximo candidato a regir cualquier diócesis española, pues son tales mimbres los que capacitan a estos sacerdotes a ponerse al frente de una diócesis.
Pero antes, como mandan los cánones, habría de hacer el “rodaje” que suelen realizar los clérigos, como es ocupar el puesto de párroco de una parroquia, ya rural o de barriada, de una determinada ciudad, hasta ir cumpliendo un importante currículum eclesial, que los van capacitando para sentarse en una determinada silla episcopal. Y, de este modo, fue nombrado para ser coadjutor de la parroquia de la localidad de Cullera (con rica agricultura y pesca, y hoy centro turístico), donde habría de dejar grandes huellas de quehacer apostólico, especialmente en los aspectos de caridad y dedicación a los más necesitados; al tiempo que no dejaba de adornar su persona con hondos testimonios de fervor religioso y acendrada piedad.
Más tarde, en 1879, será nombrado beneficiado de la catedral de Valencia, en la que lograría una canonjía, tres años después, y , en 1887, ladignidad de Arcipreste. Cargos todos ellos que le irían dando una sólida preparación para escalar el brillante puesto eclesial de ser consagrado Prelado diocesano. Y así fue preconizado Obispo de la ciudad cacereña de Coria, el 21 de mayo de 1894, para cubrir la vacante del Prelado D. Felipe Ortiz Gutiérrez, que fue trasladado al obispado de Zamora. Tuvo lugar su consagración en la catedral de Valencia, el 12 de agosto del mismo año, por el cardenal arzobispo don Ciriaco María Sancha y Hervás. Y sería apadrinado por el Ayuntamiento valenciano.
Todos cuantos lo conocieron no dejan de reconocer el profundo rastro que el Dr. Peris Mencheta iría dejando en su diócesis por su evidente celo apostólico y su acendrado amor a los diocesanos; prueba de ello esque recorrió la diócesis, en visita pastoral, en cinco ocasiones; empresa no fácil dada su gran extensión y las grandes carencias de medios de transporte en aquellos años. Igualmente, llevó a cabo la erección de cuatro templos, de nueva planta, celebraría tres concursos a curatos y un sínodo diocesano. Nuestro Obispo fallece en Coria el 6 de enero-día de Reyes- en 1920 (Nos sorprende que, con tales prendas y preparación intelectual, como se ha señalado anteriormente, no hubiese sido promocionado a otra diócesis de más campanillas, en una ciudad de mayor importancia…)
Se han de significar sus más estrechos colaboradores : D. Nicolás David Campos, que fue rector del Seminario, canónigo deán, provisor y vicario general; D. José Fogués Cogollos, que sería canónigo y secretario de cámara, hasta su fallecimiento, en 1891; D. Vicente Cosme Navarro, igualmente canónigo y secretario de cámara, y, finalmente, D. Félix Ivancos Montagut, canónigo y secretario particular de Peris Mencheta.
Entre las notas que hemos tomado de su siempre intensa dedicación episcopal, están las siguientes: Se preocupó mucho por la comarca de las Hurdes, por lo que dio importantes donativos para la erección de una capilla en la localidad hurdana de Ladrillar, y para la construcción de una iglesia en el Cabezo, como una capilla en Río Malo de Abajo; en segundo lugar, el mantenimiento, a sus expensas, del Hospital de Lagunilla, encomendado a las Religiosas Terciarias de San Francisco. Señaló un importante Sínodo en 1897, celebrado en Coria.
Al mismo tiempo, no dejaría de publicar numerosas Cartas pastorales, destacando la versada sobre “La Acción Social Católica”, del 10 de abril de 1906. Y sobre la Pastoral Sacramental Igualmente, la Catequesis, el Seminario, los Sacerdotes y religiosos. Simultáneamente introduce los modelos para las partidas de los Sacramentos y consagra la Diócesis de Coria al Sagrado Corazón. Así mismo, autorizó la fundación del Convento-Colegio de San Antonio de Padua, de Cáceres, de acreditada proyección social y religiosa por las numerosas promociones que, a lo largo de los años, han pasado por dicho centro.
En su pontificado, el papa Pío X firmó la proclamación de la Virgen, Nuestra Señora de la Montaña, como patrona de la ciudad de Cáceres, el 2 de marzo de 1906; y el Dr. Peris Mencheta concedió a la imagen de la Virgen de los Dolores de Coria el privilegio de indulgencia. Así mismo el pontífice León XIII nombraría patrona de Coria y de la Diócesis cauriense a la Virgen de Argeme, tras la solicitud de dicho Obispo cauriense.