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OBISPOS CAURIENSES - Marcelo Spínola (Beato)

27 enero 2016

Las efigies que tenemos de este prelado andaluz, recalado en su día en la diócesis de Coria...

Las efigies que tenemos de este prelado andaluz, recalado en su día en la diócesis de Coria (luego de Coria-Cáceres, desde el episcopado del Obispo valenciano, Llopis Ivorra, en los años 50), una de las más antiguas de España, nos reflejan todas  ellas a una persona de contextura frágil, ojos claros, de mirada escrutadora y humilde compostura, a pesar de haber llegado a puestos cimeros de la Iglesia, como ser cardenal arzobispo de Sevilla. El pueblo le haría este retrato, en verso popular, a la luz de uno de sus biógrafos: el actual párroco cacereño de la parroquia que lleva su nombre: “Tienes los ojos azules/, y tienes fama de santo/ por eso Marcelo Spínola/ la gente te quiere tanto. 

Como el lector puede observar, a la biografía del personaje habrá que añadir, como mandan los cánones, el dato eclesial de que fue elevado por la Iglesia católica al rango de beato, adjetivo del santoral, como así se denomina la feligresía cacereña que acude a la parroquia del Beato Marcelo Spínola, de Cáceres, situada en una de las barriadas de esta ciudad. 

Este ilustre Obispo, que “fue grande porque se hizo pequeñoen frase del actual prelado de esta diócesis de Coria-Cáceres, y su biógrafo, monseñor Francisco Cerro Chaves, en su interesante biografía, nació, el 14 de enero de 1835,  en la localidad de San Fernando (Cádiz), cuyos padres fueron Juan Spínola  Osorno y Antonia Maestre.

Tras realizar sus estudios universitarios, de Derecho, en Cádiz, Granada, Valencia y Sevilla, ejercerá su profesión de abogado en Huelva, en la que nunca cobró sus honorarios a un sector humilde personas, dada su fuerte humanismo cristiano. Esto hizo, (como apunta otro de sus biógrafos, el  actual párroco de la parroquia cacereña, del beato Marcelo Spínola, Juan Rodríguez Martín), que su fama se extendiera “rápidamente entre los astilleros de los trabajadores”. Pero no tardaría en recibir la llamada del Señor para ser sacerdote, recibiendo el nombramiento de presbítero en 1864, y, poco después, en junio de dicho año cantó su primera misa.

Ocupó varios puestos parroquiales, como ser cura ecónomo de la parroquia de San Lorenzo de Sevilla, y años después, trabajaría de arcipreste de dicha capital, siendo nombrado canónigo penitenciario,posteriormente. Pero un mayor ascenso eclesial iba a empezar enseguida, porque, en 1861, sería nombrado obispo auxiliar del cardenal Lluc, de citada ciudad hispalense, a los 46 años de edad. Transcurridos cuatro añosrecibirá el nombramiento de Prelado para la diócesis vacante de Coria, en cuyo cargo se vuelca con ardor en los quehaceres de la predicación, confesión, atención profunda a los problemas de las parroquias y la visita asidua a los enfermos. Su visita a las parroquias habrá de ser modélica y fatigosa, porque tendría que tomar los más peregrinos medios de transporte.este respecto, el segundo biógrafo escribe que tales visitas pastorales fueron intensamente apostólicas, ya que “sólo hay constancia de haber sido realizadas por cuatro obispos, en toda la historia de la diócesis”.

Entre sus actividades llevadas a cabo, en su pontificado, se han de mencionar las que siguen, entre otras, a la luz de lo que nos dice el obispo Cerro Chavesla “Consagración de las Parroquias de la diócesis de Coria al Sagrado Corazón de Jesús”, su dedicación apasionada a los pobres, y “la caridad realizada por el obispo Spínola ante la epidemia de cólera”. Sobre esta penosa situación, extendida a todo el país, en 1885, el autor citado expresa que “el Obispo sigue con atención de Padre y Pastor la evolución de esta epidemia”, que asola las tierras españolas, especialmente, como siempre, a las capas más modestas.

Y con respecto a la presencia de la peste del cólera en nuestra diócesis, el obispo Cerro escribedando paso a lo que expresa el ObispoSpínola: “Desgraciadamente tenemos ya el cólera en nuestra diócesis. Hasta ahora los casos ocurridos en el pueblo donde ha hecho su aparición han sido pocos (…). Hemos recurrido a Dios en ferviente rogativa porque nos consta que en todas las parroquias de nuestro Obispado se han cumplido, puntualmente, las prescripciones de nuestra circular de 4 de julio último…” 

Así mismo, el obispo Spínola ha de girar visita “Ad limina”a Roma, siendo papa León XIII, el gran pontífice de la encíclica “Rerum novarum”,de la que dará un relato exacto, una vez ha regresado a Coria, al tiempo que daba la noticia a sus diocesanos sobre la cuantía del óbolo diocesano ofrecido a dicho Romano Pontífice: exactamente: “17.100 reales” . 

Y, cómo no, no hemos de dejar de mencionar sus Cartas Pastorales, concretamente las que dirigiera a los “sacerdotes y diáconos, a los religiosos y religiosas y a todos los fieles cristianos”. Otras las escribirásobre la Cuaresma, sobre las actividades de los párrocos en sus iglesias, predicaciones y catequesis; sobre “el decoro y aseo del lugar y las cosas santas”; sobre los “seminaristas”, la “vida literaria en el Seminario”, la “devoción a la Stma. Virgen María”, etc. Y nos se nos puede quedar en el tintero la fundación de las Esclavas del Corazón de Jesús, de gran trascendencia para la diócesis cauriense.

Tales movimientos, tales actividades, todas ellas seguidas con el mayor celo apostólico, tuvieron su premio y galardón, ya que nuestro santo y eximio prelado, recibiría la Gran Cruz de Isabel la Católica, siendo la regente la reina María Cristina de Habsburgo y Lorena. Dígase de paso que no olvidaría a su amada comarca de las Hurdes, las que visitó dejando en ella todo su afecto y su atención social más perentoria y entregada.  

Ni que decir tiene que tantos fueron sus éxitos religiosos y puramente humanos, tal fue la fuerza piadosa que puso en todo aquello que acometió, como santo y ardoroso Obispo, que todo esto no pasaría desapercibido al Vaticano. Por cuya razón habría de dejar su amada diócesis de Coria, para marchar a regentar, en ascenso evidente, la de Málaga, en cuya diócesis visitará todas sus parroquias, “donde confirmará, afirma su biógrafo Juan Rodríguez Martín, a 5.000 personas, y, apenas dos meses después de su llegada, comienza la visita pastoral por los diversos arciprestazos para conocer mejor a sus fieles…”

Se trata, por otra parte, de un prelado que no olvidaría tampoco a los presos, por lo que gira varias visitas a los de la cárcel de Málaga. A este respecto, de nuevo Rodríguez Martín apunta este dato: “No podía ser deotro modo, ya que el corazón de Spínola siempre estaba cerca de los pobres y necesitados, y es absolutamente cierto que nadie más pobre que aquél que ha perdido su libertad y con ella, con frecuencia, su dignidad de persona”.  

Pero sigue el ascenso eclesial de este santo Obispo; esta vez será nombrado para el arzobispado de Sevilla, en 1896, una ciudad que le es muy conocida, pues aquí es donde hizo sus primeros caminos como sacerdote, como párroco y canónigo, y ahora se volcará en sus nuevos  quehaceres con el mismo celo de siempre, ya conocido por todos los sevillanos.

Y hay, un nuevo evento en su ajetreada biografia, que no es otro que va a ser, al final de su brillante y apostólica biografía, nombrado cardenal, ya en el año 1905, cuando era papa Pío X –otro santo-, quien le dará la púrpura cardenalicia, lo que es acogido por toda la ciudad con una inmensa alegría. 

Pero su vida se iba apagando, poco a poco, tras la trepidante biografía de su paso por tantos cargos llenos de espinas, trabajos, ilusiones compartidas, correrías apostólicas, etc. Ya es Príncipe de la Iglesia, pero “pobre” . “Preciosa descripción, añade mencionado biógrafo, para quien fue un padre que veló siempre por sus hijos y lo dio todo por ello. Todo hasta gastarse por ellos y para ellos su vida”.

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(Fuentes bibliográficas: Cerro Chaves, Francisco, “Marcelo Spínola. Unobispo santo, apasionado por la vida parroquial”, Y Rodríguez Martín, Juan, Beato Marcelo Spinola. Perfiles de su acción pastoral. Monte Carmelo, “agua viva”, Colección, 2012. Burgos ).

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