17 septiembre 2018
Crecer, recuperar la inversión y obtener beneficios, estos son los objetivos fundamentales de cualquier emprendedor que se embarca en la aventura de montar un negocio. Las vías para conseguirlo son múltiples y muchas veces es necesario fijar la vista en el exterior. Fue lo que hicieron numerosas pymes para salir de la crisis y es el recurso al que se aferran muchos nuevos empresarios vinculados sobre todo al comercio online.
A ese proceso de abertura hacia al mercado extranjero se le llama internacionalización. Hay empresas que nacen ya con esa vocación internacional, pero otras llegan a ese punto después de un proceso de expansión. Sea como sea, el mecanismo es complejo. Internacionalizar una pyme exige un esfuerzo de análisis y planificación y una revisión a fondo de los condicionamientos legales. De eso se encargan las asesorías jurídicas como gdlegal.com. Sin un buen apoyo profesional, la pretendida expansión a nuevos mercados podría acabar en fracaso.
Internacionalizar una pyme: ¿dónde empezamos?
Cada empresa es un mundo y va a requerir unos planteamientos específicos. Pero hay una serie de pasos comunes a cualquier iniciativa de internacionalización.
Cualquier iniciativa de negocio, ya sea de ámbito local o con vocación internacional, requiere un estudio a fondo de las propias posibilidades: capacidad de producción, estructura organizativa, capacidad financiera… son variables determinantes que no deben perderse de vista. Todo proceso de expansión precisa una inversión económica, y es indispensable tener muy claros los números y las propias limitaciones antes de lanzarse a un proyecto de esa envergadura.
Operar en países extranjeros exige un conocimiento a fondo de la legislación, principalmente si se pretende crear alguna infraestructura física. Permisos, fiscalidad, normativas locales, posibles restricciones aranceralias, todo estos factores han de tenerse en cuenta, sin olvidar el capítulo de la contratación de trabajadores. Son aspectos que requieren la intervención de un profesional. Una buena opción es buscar asesoramiento legal en Barcelona o en tu ciudad, donde existen asesorías internacionales con un alto nivel de profesionalidad.
Es otro elemento crucial a la hora de planificar una internacionalización. Es imprescindible realizar un estudio profundo del mercado de destino, para determinar si el producto que se desea introducir tiene o no posibilidades de éxito. Hablamos de un análisis de la competencia, pero también de hábitos de consumo. Y no hay que olvidar las circunstancias políticas del lugar de destino: ¿es un país políticamente estable?, ¿ofrece suficientes garantías?... son cuestiones que pueden influir de manera determinante y deben analizarse con detalle.
También es importante conocer las características culturales y el idioma. Las diferencias entres continentes son enormes desde el punto de vista de mentalidad y formas de relación. No es lo mismo establecer negociaciones con europeos que con personas asiáticas, por poner un ejemplo.
Las empresas que centran su actividad económica en la producción y distribución de algun producto físico pueden planearse la exportación como paso previo a la internacionalización. Es una práctica común en numerosas pymes: primero se busca un socio local y se exporta el producto a través de él. Si la experiencia resulta satisfactoria, se puede plantear a posteriori una internacionalización plena, con la creación de infraestructuras propias y la incorporación de personal.
