Desgraciadamente, el pasado jueves nos acostamos, con una de esas noticias que le revuelven a uno el estómago y que nunca querríamos escuchar, el fallecimiento, en accidente de tráfico, de cinco chicos. Y es que, aunque ninguna muerte es bienvenida, lo es menos la de unos niños que les queda toda una aventura por delante.
Como decía, es una de esas noticias que vienen a recordarnos, cosa que olvidamos con demasiada frecuencia, lo que es importante en la vida, relativizando mucho más los problemas cotidianos y valorando especialmente lo que tenemos, y me refiero, por supuesto, a nuestros familiares y amigos, esos que nos regalan pequeños momentos que nos hacen verdaderamente felices.
Ya en frío, todos tendemos a especular sobre las posibles causas del accidente y, no sé porqué, pues ya no tiene solución, buscamos ese pequeño detalle que lo podría haber evitado. Debe ser para sentirnos un poco mejor y seguir confiando en que la vida no puede ser tan injusta, recurriendo al tópico de que ha sido el destino, ¡maldito destino!.
Será el paso del tiempo, y la investigación de los profesionales, los que desvelen las causas del fatal accidente y, aunque en estos momentos carece de importancia, satisfaga a los familiares y amigos de las víctimas que tienen derecho a saberlo, con la esperanza de que todo haya sido fruto de la casualidad, no albergando en su interior sentimientos de rencor y odio que ningún bien hacen.
En fin, desde lo más profundo de mi corazón, mi más sentido pésame a los familiares y amigos de estos cinco chicos que, desgraciadamente, perdieron la vida en la carretera, y mi deseo de una pronta recuperación para aquéllos que resultaron heridos.
Como se suele decir, cinco nuevos ángeles velan por nuestros sueños. D.E.P.
