No es la primera vez que el informe PISA pone de manifiesto el escaso nivel de los alumnos españoles, distando mucho del que sería deseable. No obstante, como novedad con respecto a las conclusiones anteriores, el último de estos informes revela que los alumnos españoles no solo flojean en materias como las matemáticas y las ciencias, sino también en las habilidades prácticas. Este dato lo aportan los resultados obtenidos tras realizar una serie de pruebas que evalúan la capacidad que los evaluados tienen para afrontar pequeños retos a los que nos somete cotidianamente la vida, estando, como ya viene siendo habitual, muy por debajo de la media de los países de la OCDE.
A la vista de estos datos, es fácil concluir que estamos ante un verdadero problema, del que sin duda todos somos responsables, y es que, la adecuada formación de los miembros de una sociedad, depende de numerosos factores, desde el entorno familiar, pasando por los que profesionalmente se dedican a ello, hasta los poderes públicos.
En todas las épocas y bajo todas las ideologías políticas, la educación es uno de los pilares sobre los que se sostiene o asienta una sociedad desarrollada, así como de aquella que aspire a serlo, de tal forma que, el sistema educativo no puede estar sujeto a continuos cambios marcados por la ideología de turno.
De ahí que, indefectiblemente, la solución al problema pasa por un gran Pacto de Estado por la Educación que favorezca un sistema educativo estable, y que a partir de criterios profesionales, se establezca un sistema educativo igualitario y homogéneo, apostando sin ambigüedades por una educación pública y de calidad, solo de esta manera, se trabajará de forma duradera en la solución de los problemas que tenemos en nuestra Educación.
Esperemos que todos asumamos nuestra parte de responsabilidad, empezando por los poderes públicos, que sin duda disponen de mayor accesibilidad a los mecanismos para la solución de estas cuestiones que afectan directa o indirectamente a la generalidad del Estado, y entre todos (docentes, familias, grupos políticos…) alcancemos el tan deseado consenso que proporcione un sistema educativo del que nos sintamos orgullosos, y no tengamos que agachar la cabeza cada vez que se publique el mencionado informe PISA.
