21 noviembre 2018
Aunque la cicatriz del muro de Berlín y otros vestigios aún recuerdan la trágica memoria de la ciudad, Berlín mira hoy al futuro y se ha convertido en uno de los destinos más importantes de Europa. Pocas ciudades de Europa representan tan profundamente el drama que la Segunda Guerra Mundial significó para el mundo. Berlín es un símbolo de esta guerra y de una de las etapas históricas más oscuras del pasado reciente, como nos recuerda la Puerta de Brandenburgo. Pero, a la vez, Berlín es mucho más que eso, también es una ciudad emblemática por su capacidad de rehacerse y cambiar, después de cada una de las múltiples crisis que ha sufrido a lo largo de los siglos. Ya no es esa ciudad oscura, triste que todos recuerdan por reportajes, libros e incluso aquellas películas sobre la Guerra Fría y espías donde Berlín era escenario de acciones encubiertas o intercambio de prisioneros o agentes infiltrados de uno y otro lado. Hoy en día la arquitectura moderna que lucen sus edificios borra a marchas forzadas el pasado oscuro de la ciudad y crean un ambiente extraño, donde lo moderno y hasta extravagante se mezcla con lo antiguo, dándole una apariencia única que no deben dejar de ver. Hay mucho que ver y hacer en la capital de Alemania, gran variedad y calidad como no podía ser de otra manera, de Museos y Salas de Arte.
Pero quizás el que les transmitirá con mayor realismo el terror que en su día mantuvo oculta la ciudad para el mundo, y que ahora que renace con más ganas de vivir que nunca, son los rastros dispersos por la ciudad del Muro, los campos de concentración, los búnkeres, y el famoso y real CheckPoint Charlie, que existió y no es una argucia cinematográfica dentro de una película de espías.
Podríamos recomendarle la Isla de los Museos, su Agenda Cultural, su animada vida nocturna… Lo mejor es que vengan, lo vean y luego lo cuenten. Visiten Revista de Expedia y descubran de mano de un profesional de los viajes algunas de las cosas que podrán hacer en Berlín. Las otras, que muchas hay, las irá descubriendo y se las irán contando.
Porque determinados acontecimientos no pueden guardarse en secreto mucho tiempo y hay que compartirlos para alegría del oyente y orgullo del que lo cuenta.
