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CACERES Y SUS PERSONAJES NOTABLES

04 noviembre 2015

Guardo en la memoria, que no en mis archivos, lamentablemente, un reportaje de un medio de comunicación cacereño, efectuado en su día, en el que se preguntaba a un joven bachiller, sobre quién era Cánovas.

Calle rótulo crehuet

Guardo en la memoria, que no en mis archivos, lamentablemente, un reportaje de un medio de comunicación cacereño, efectuado en su día, en el que se preguntaba a un joven bachiller, sobre quién era Cánovas

A lo que el estudiante respondió, no sabemos si con desparpajo y seguridad: "¡Un Paseo!". ¡Pobre don Antonio Cánovas del Castillo, uno de los políticos más influyentes del siglo XIX y presidente del Consejo de Ministros durante una buena parte de finales de dicha época!

El tema me ha venido al recuerdo de la mano de las investigaciones y estudios que voy llevando a cabo desde hace mucho tiempo sobre personajes de notoriedad en Cáceres, de todo tipo y condición. tanto a lo largo de la historia. Descubriendo, por cierto, personalidades fascinantes, hechos significativos y un trabajo de especial relieve por el bien de la ciudad en un amplio abanico de campos.

Y si tiramos del hilo y sacamos a colación los nombres, por ejemplo, de Publio HurtadoDiego María CrehuetJuan Sanguino MichelEugenio FrutosAntonio Floriano CumbreñoEulogio BlascoAngelita CapdevielleMiguel Muñoz de San PedroMuñoz ChavesArsenio GallegoFrancisco de SandeSergio SánchezGil CorderoPedro Romero MendozaDionisio Acedo IglesiasJuan CalderaEnrique Pérez ComendadorJuan Luis Corderoo Juan Solano, Hijo Predilecto de Cáceres y autor del "Porompompero", puede que nos lleváramos alguna sorpresa.

No es que se trate, claro es, de que todos los cacereños sepan o lleven a cabo una tesis doctoral sobre los mismos. Pero, acaso, sería conveniente que desde los medios de comunicación, los centros de enseñanza y las instituciones se tratara de ayudar a que el paisanaje cacereño, más aún los escolares, conocieran un poco de aquellas personalidades, en tantos y tan variados campos como requiere la sociedad, y saber, al menos, pongo por caso, que Miguel Muñoz de San Pedro, 1899-1972, fue un historiador, escritor, erudito, investigador, que se dejó la vida por Cáceres entre sus decenas de publicaciones y su lucha, imparable, por la rehabilitación de la Ciudad Medieval, que hoy fascina a tantos visitantes.

Unas líneas, al menos, que pudieran quedar grabadas en el alma del conocimiento, sobre todo de los más jóvenes, y que pasan, pasean, transitan y trasiegan con frecuencia por calles que, con el ritmo de los tiempos, disponen de unos rótulos que les dan nombre quizás en medio del desconocimiento, quizás en medio de la despreocupación, quizás en medio de la apatía.

Con ello quiero subrayar que podría ser conveniente, y me expreso en potencial, la implantación de unos criterios educativos de tipología razonable para que los cacereños supieran algo más y algo mejor sobre lo que representa la figura y relevancia del nombre de determinados rótulos en un callejero que, en algunas ocasiones, puede que no diga demasiado a los que viven pasan por esos lugares que llevan por nombre, por ejemplo, el de Carlos Callejo Serrano, un apasionado cacereñeador, si se me permite el término, que dirigió quince años el Museo de Cáceres, publicó cientos de artículos, ensayos y libros, fue Cronista Oficial de Cáceres y miembro de la Real Academia de Extremadura de las Artes y las Letras, o el del Padre José Luis Cotallo, que se volcó con los más jóvenes en una gran labor de apostolado social, para quien se pide la beatificación, mientras los nombres de otros cualificados y esforzados personajes de hoy pueden ir pasando, con el transcurso del tiempo, al rincón del olvido.

Y es que tampoco parece de rigor reducir el nombre de un personaje en la historia de España o de Cáceres, tan solo, a que un alumno de bachiller responda que Cánovas es, simplemente, un paseo, o que el mismo, incluso, acaso, se pueda encoger de hombros si se le pregunta, por ejemplo, por quién fue Francisco de Godoy Aldanacuyo Palacio, levantado, por cierto, con la fortuna que obtuvo en la conquista de Perú, sobre todo la procedente del templo de Pachacámaccuenta con el balcón esquinado más hermoso de la Ciudad, allá junto a la Plazuela de Santiago, o que José de Carvajal Lancaster fue, ni más ni menos, que Ministro de Estado en el Gobierno del Rey Fernando VI.

Señalemos, como ejemplo, la cita que hace el historiador Marcelino Cardalliaguet en su ensayo titulado "Don Diego María Crehuet. Vida y obra de un notable jurista cacereño", publicado en la revista "Alcántara" en 2008, y en el que, tras un exhaustivo recorrido sobre la vida y obra del mismo, termina exponiendo: "Don Diego María Crehuet, al que hoy los cacereños solo conocen por la ubicación de esta calle fue, sin duda, una de esas figuras transversales y universales que llenan con su obra toda una época de la historia local". 

Razón de más para subrayar que se trata de una responsabilidad, pues, que recae sobre todos. De unos, eso sí, más que de otros. Porque reducir el nombre de Cánovas a un Paseo, o el de Diego María Crehuet a decir que es una calle, al menos para un bachiller, podríamos considerarlo, cuando menos, como de una falta de sensibilidad y de inquietud del mismo, por ser benévolos en el uso del calificativo.

NOTA: Los autores de las fotografías son Julita G. Parra y Paco Mangut

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