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LA DIOCESIS CORIA-CACERES Y EL ANECDOTARIO EPISCOPAL

05 octubre 2015

La verdad es que, con la historia en la mano, resulta muy complejo saber los inicios de la historia de la Diócesis de Coria-Cáceres y que, en el transcurso del correr de los tiempos, ha sido, es y seguirá siendo un icono y un emblema en el panorama de la sensibilidad religiosa cacereña.

Historia Obispo CoriaLo que tiene su importancia y esencia en el ámbito social, propiamente dicho. Ya que, como se suele decir, de uno u otro modo, en muy amplias capas de la sociedad, la religión resulta elemento de señalada particularidad e importancia. Sobre todo a la hora de remover las conciencias. Y, al mismo tiempo, de influencias y de señalados resultados en una muy señalada y significativa parte de la evolución de los acontecimientos y de la propia sociedad.

Entre procesiones, rosarios, novenarios, seminarios, confesiones, misas, influencias sociopolíticas, santuarios, conventos, monasterios, altares, sacristías, confesionarios, palacios episcopales, ejercicios espirituales, retiros, triduos, quinarios, iglesias, ermitas, letanías, reflexiones y un largo etcétera, existe lo que podríamos denominar como todo un mundo, de muy diversas tipologías en el panorama social y religioso.

Y es que la Iglesia, lo cual tampoco resulta un descubrimiento excepcional, ha venido determinando y protagonizando una serie de acontecimientos, de actos y de contenido del mayor relieve para traspasar el visillo de la calle y llegar a la ciudadanía. Con sus venturas y desventuras, con sus particularidades, con su peculiar significado e importancia para la conducta de buena parte de los hombres y mujeres que en la cristiandad cacereña son.

Por lo que en el transcurso de la historia es innegable la influencia de la Iglesia Católica. Dentro de las conductas y planteamientos personales, de las sensibilidades morales, de la filosofía de su doctrina, de su poder, de su fuerza, de su magisterio.

Una diócesis que, a día de hoy, se conforma, aproximadamente, de unas 225.000 almas, y que se compone de los Arciprestazgos de Alcántara-Arroyo de la Luz, Cáceres, Coria, Hurdes, Montánchez, Montehermoso Sierra de Gata y Valencia de Alcántara.

Resulta un hecho evidente que la diócesis de Coria-Cáceres ha dispuesto, a lo largo de la historia, de una serie de Obispos, y por tanto mandatarios y autoridades religiosas, de una gran personalidad y trayectoria, y que, al ser nombrados al frente de la misma han dejado patente la importancia de dicha Diócesis en el seno de la Iglesia española.

En este sentido es de destacar que los límites más antiguos de la diócesis fueron fijados por el Concilio de Toledo, remontándonos año 679, en tiempos del rey Wamba, y que posteriormente se han ido fijando y determinando una serie de cambios de carácter territorial y geográfico de señalada importancia, hasta llegar al año 1958, en tiempos de Manuel Llopis Iborra, que es cuando se produce la delimitación que existe en la actualidad.

La diócesis de Coria-Cáceres se conforma como una de las más antiguas de España. Aunque sí se subraya en el panorama documental que, desde los más lejanos tiempos, acudían en masa y en peregrinación a la Catedral de Coria un impresionante número de fieles de la diócesis y hasta de Portugal para rendir oraciones y advocaciones devotar a las sagradas reliquias existentes teniendo como principales a un Lignum Crucis, una Santa Espina y el Sagrado Mantel de la Ultima Cena entre otras.

Según determinadas fuentes la Diócesis de Coria fue puesta en marcha en el año 338 por el Papa San Silvestre, siendo emperador Constantino y proclamando como primer obispo a San Evasio, quien, según diversos datos padeció martirio en la villa de Casar de Cáceres, bajo la égida imperial de Domiciano. 

A pesar de ello los datos se pierden en los rincones del olvido. Por lo que el primer Obispo del que se tiene constancia firme de que ejerció la prelatura en la diócesis de Coria es de uno que atiende al nombre de Jacinto. Lo que no resulta óbice para subrayar la manifiesta importancia, en todas sus decisiones, determinaciones, influencias, consejos, actuaciones y comportamientos para la propia vida de los municipios bajo su jurisdicción.

Más allá de ello y de la mano del Episcopologio Cauriense, ya dentro de las curiosidades y anecdotario de muy diversas tipologías, que se derivan del mismo figura la imagen, por ejemplo, de Arnaldo I y del que se dice que gobernó la iglesia santamente, falleciendo en el Señor el 15 de octubre del año 1224.

Por su parte el Obispo Fernando I ejerció, al mismo tiempo, como capellán físico y médico del Rey don Alosno. Lo que, evidentemente, tenía su aquel, sobre todo por las distancias geográficas y los medios de transporte. Más aún si tenemos en cuenta el período en que gobiernan ambos y a considerables distancias. El hecho evidente que el Rey, al parecer, le concedió al Obispo las prerrogativas para levantar las primeras Casas Episcopales, en la Plaza de Santa María, en el año 1229.

También es de citar a Obispos como Francisco de Busleyden, 1501-1503, Preceptor y Consejero de Felipe de Habsburgo, Guillermo de Croy, 1517, que posteriormente alcanzaría el capelo cardenalicio al frente de la Diócesis de Toledo, o Francisco de Quiñones, 1530-1532, Cardenal Presbítero de la Santa Cruz de Jerusalén.

Asimismo es de señalar que la casa del Obispo Pedro IX fue apedreada por los judíos en la localidad de Casar de Palomero. Y que el mismo dejó escrito y firmado en su documentación testamentaria la prohibición de que se pongan de luto por él y subrayando "...es introducción de Satanás, rito de paganos y herejes y de hombres que por obra no esperan otra vida que ésta".

Avanzando en el tiempo nos encontramos con la figura de Francisco de Mendoza y Bobadilla, 1536-1550, que fue nombrado Obispo por el Papa San Pablo, que fue amigo de San Ignacio de Loyola, que publicó diversas obras, y que llegó a ser Cardenal. 

Amigo de San Pedro de Alcántara, Patrón de la villa desde su beatificación, y también Patrón de Extremadura, fue el obispo Diego Enrique de Almanza, 1550-1563, y que estuvo presente ni más ni menos que en el Concilio de Trento.

Pedro García de Galarza, 1579-1604, fue un Obispo, también, de notable influencia, ya que puso en marcha en Cáceres el  Seminario, siguiendo órdenes del Concilio de Trento, siendo amigo del Rey Felipe, y que convocó dos Sínodos.  

Por su parte Juan Alvarez de Castro, 1790-1809, murió asesinado por los franceses en el lugar de la Villa de Hoyos, que solía ser, dicho sea de paso, estancia residencialveraniega de algunos Obispos de la Diócesis.

Un Obispo de relieve, de altura y de personalidad y consistencia, a caballo entre lo religioso, lo social y lo político, firme, contundente y decidido en sus gestos, enérgico, de acción y de exigencia fue Pedro Segura Sáez, 1920-1926, que puso en marcha la Acción Católica, que fundó el periódico Extremadura el 1 de abril de 1923, que llegó a ser Cardenal Primado y que fue amigo y asesor del Rey Alfonso XIII. También se las tuvo tiesas con el anterior Jefe del Estado, Francisco Franco, entre otros motivos, porque se negaba a que el mismo entrara bajo palio en las iglesias y catedrales.

En 1950 y hasta el año 1977 dirigió la Prelatura episcopal Manuel Llopis Iborra, que se comprometió al máximo en unos tiempos muy difíciles, tanto políticos, como económicos y sociales, y que en 1957 logró que el Papa Pío XII firmara la denominación de la diócesis, pasando de ser Coria a Coria-Cáceres, mientras cambiaba la residencia episcopal a la capital, en medio de una gran revuelta popular en la ciudad cauriense, y elevó a Concatedral a la Iglesia de Santa María.

Manuel Llopis Iborra apostó, firmemente, por un cambio de adaptación de la iglesia a los más débiles y hasta construyó una barriada, con 1600 viviendas, para los más humildes de la capital cacereña. Barriada que dejó atrás su anterior nombre, El Carneril, y que se denomina desde entonces Barriada Llopis Iborra. Un Obispo que, dentro de su intensa actividad, fue consciente de la discusión social, por mor sobre todo de los cambios políticos, que existía alrededor de su figura. Lo que él mismo reconocía. Pero sí que tenía clara su labor apostólica.

Lo que sí resulta un hecho misterioso, enigmático, extraño, es que, como señalábamos días pasados, en el artículo MILES DE EXTREMEÑOS EN GUADALUPE, DIOCESIS DE TOLEDO, tal como publicábamos en el diario REGION DIGITAL es que a estas alturas del siglo XXI, la localidad cacereña de Guadalupe, donde se asienta la patrona de Extremadura, pertenezca a la diócesis de Toledo. 

Lo que en su día provocó severas divergencias del presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, con el hoy Cardenal de Valencia y entonces Cardenal Primado de España, Monseñor Antonio Cañizares. Un hecho que también motivó una dura carta de Guillermo Fernández Vara, presidente de la Junta de Extremadura, y hasta una carta del anterior presidente, José Antonio Monago dirigida al Cardenal Primado para que se la hiciera llegar a Su Santidad el Papa Francisco I, que está dirigiendo la Iglesia, desde su llegada al Vaticano, con un grado de acercamiento a los más débiles y desprotegidos.

Y hasta hoy. Fecha en la que, a pesar de los pesares, Guadalupe continúa siendo municipio cacereño, sede de la Virgen de Guadalupe, Patrona de Extremadura, pero, por esos motivos que solo sabrán las máximas autoridades religiosas españolas, continúa perteneciendo a la Diócesis de Toledo.

Lo que, más allá del anecdotario, de la importancia de la Diócesis de Coria-Cáceres, de las "peleas" entre políticos y mandatarios religiosos y hasta de reivindicaciones populares duele en el alma a Extremadura, mientras el pastor episcopal toledano se sigue poniendo de perfil.

Foto. El Obispo de Coria entre los años 1920-1926, Pedro Segura Sáez, en la sede episcopal y que llegaría a ser Cardenal Primado de España.

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