¿Qué es la alergia?
Los seres humanos estamos en un continuo contacto con las sustancias que nos rodean, y las cuales en gran medida toleramos sin problema alguno: polen, pelo de animal, polvo… El problema llega cuando nuestro organismo responde de manera anómala a alguno de estos elementos en principio inocuos, y es lo que denominamos ALERGIA. En concreto, la alergia ligada a estos meses es la alergia al polen.
Pero cuidado, muchas veces esta intolerancia no se queda ahí; se suma a otras entidades (asma alérgica, rinitis alérgica, dermatitis atópica), y esto es lo que denominamos ATOPIA.
¿Por qué se produce la alergia?
A día de hoy existen múltiples teorías que intentan explicar la génesis de la enfermedad, pero en gran medida sigue siendo un misterio. Lo que sí se conoce a fondo es la “cascada de la alergia”, cómo un alérgeno puede provocar que en nuestro cuerpo se produzca una tormenta de la sustancia denominada histamina, que es la que nos conduce a la sintomatología final.
Sin embargo, podemos ver como en los últimos años hemos sufrido un incremento importante de casos de alergia, y es ahí donde nace la “Teoría de la higiene”. Excesiva limpieza, antibióticos, vacunas… pueden hacer que nuestro organismo carezca de algunos estímulos normales a edades tempranas, que harían que nuestro sistema inmune no madurara de forma adecuada, y surgieran este tipo de reacciones anómalas.
También podemos observar cómo los bebés nacidos en primavera tienen una mayor predisposición a padecer alergia, por lo que debe de existir también un componente ambiental neonatal, con una importancia aún por determinar.
¿La alergia se hereda?
No podemos decir con seguridad una causa única de alergia, pero sí podemos afirmar que la alergia se hereda, o más bien la predisposición a padecerla. La atopia es la tendencia hereditaria a padecer alergia, presente en algunas familias.
¿Soy realmente alérgico?
La manifestación más frecuente es la rinitis alérgica, la típica imagen que tenemos de persona con ojos rojos y nariz congestionada, aunque en no pocas ocasiones esta rinitis puede asociarse a asma, apareciendo en forma de crisis tos con sensación de ahogo, opresión en el pecho y sibilancias (pitos).
Para asegurarnos de que esta sintomatología se corresponde en realidad con una alergia, y sobre todo saber a qué sustancia estamos sensibilizados, debemos de realizar una serie de pruebas, comenzando con las pruebas cutáneas. Éstas se basan en la premisa de que nuestro organismo “ataca” a estas sustancias extrañas, por lo que el contacto con las mismas en la piel debe desencadenar la reacción. La más extendida es la denominada Prick-test.
Al contrario de lo que mucha gente cree, no existe límite de edad para la realización de estas pruebas, aunque en ocasiones en personas mayores es necesario realizar más de una.
En ocasiones también será necesaria la realización de análisis de sangre, para confirmar la existencia de la reacción alérgica, evaluar los anticuerpos, y determinar el alérgeno causante.
¿Qué nos depara la primavera de 2014?
“Se presenta una primavera con elevado riesgo para los pacientes”. Así es como nos la muestran desde la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica. Los niveles de pólenes se espera que superen a los del año 2013, que ya de por sí fueron elevados, superando los datos registrados en 2007.
Pero no sólo debemos centrarnos en los pólenes, sino también en la Alternaria, un hongo que se cree afecta al 15% de la población, y que se asocia con mayor avidez a asma alérgico.
Además, cada periodo presenta sus riesgos: crupesáceas de enero a marzo, plátano de sombra en marzo, gramíneas y olivos en mayo y junio… De ahí la importancia de conocer realmente nuestro tipo de alergia.
Tratamientos
Está claro que los antihistamínicos se han puesto a la cabeza en la terapia contra la alergia. Neutralizan los efectos de la histamina, empleándose por tanto como tratamiento sintomático de la enfermedad. Además en su gran mayoría son seguros durante el embarazo y la lactancia. Cierto es que los antihistamínicos clásicos pueden producir una somnolencia importante, pero en estas situaciones es recomendable el empleo de los llamados antihistamínicos de segunda generación.
En algunos casos, sobre todos los asociados a crisis asmáticas, es necesario el empleo de broncodilatadores, que relajan la musculatura del bronquio, y normalmente se administran vía inhalada.
Además de estos tratamientos convencionales, existen una gran batería de fármacos para tratar la sintomatología alérgica: corticoides, descongestivos nasales, teofilinas, inmunosupresores, o los nuevos anticuerpos monoclonales anti-IgE para el asma alérgico, que tan buenos resultados está obteniendo.
Consejos
Aunque muchos de estos consejos puedan parecer de perogrullo, llevarlos a la práctica pueden hacernos mejorar la calidad de vida evitando en algunas ocasiones el empleo de fármacos.