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La Naturaleza de la Empresa: Los Cuatro Elementos

08 agosto 2018

Las disquisiciones sobre los aspectos fundamentales de la empresa o, en términos más amplios, de la actividad empresarial son innumerables.

Las disquisiciones sobre los aspectos fundamentales de la empresa o, en términos más amplios, de la actividad empresarial son innumerables. Lo mismo puede decirse respecto de los estudios sobre la gestión empresarial, las fórmulas de dirección y organización, y en definitiva “el deber ser” de una empresa. Ante ello, y no sin haber caído también en esa tentación teórica y reflexiva, me he atrevido a bucear en conceptos diferentes pero que entiendo gráficos y directos en cuanto a identificar valores, patrones e incluso procesos de la actividad empresarial, entendida como estatus, como proyecto, como medio de vida, como criterio en cuanto al desempeño.

 

Y claro, para ello recurro a uno de mis planteamientos favoritos: hacer nuevo lo antiguo, traer lo antiguo a lo nuevo o mixturar lo nuevo y lo antiguo. Fueron los griegos, los primeros en establecer los cuatro elementos: tierra, fuego, agua y aire... Hay que ver estos griegos, tan pioneros entonces y con tantas “ruinas” ahora... Es que lo de adelantarse a los tiempos tiene sus méritos, aunque también sus riesgos... Pero ahí lo dejaron. De ahí derivaron otros sucedáneos de desarrollo como la tabla periódica, o los procesos de combustión y otras transformaciones energéticas. Y esta concepción ha perdurado por los siglos de los siglos, con algún matiz y peculiaridad como la aportada por indios, japoneses y chinos... Sin embargo, más allá de este resumen “wikipédico” a modo de introducción mi propuesta y análisis viene por la extrapolación y aplicación de los cuatro elementos al ámbito de la empresa y su desarrollo, su basamento y argumentario de proyección y funcionamiento o sentido:

 

  • Tierra... compactada, en modo coriáceo, casi rocoso, en el interior, esto es, como identidad, conformada y configurada del compromiso firme e intenso de los que forman parte de la empresa, de su responsabilidad y sentido de un proyecto común, de formar parte de algo que exige su aplicación y su implicación, que depende de ello. Ese circuito de complicidad y compromiso que requiere y se alimenta de transparencia, generosidad, madurez y confianza. Es la empresa como concepto, como marca, como núcleo. Es el origen inquebrantable, la fuente a la que hay que volver y en la que refugiarse en tiempos de “tormenta”, y a la que hay que adherir y sumar los componentes del proceso, los compañeros de camino, que deben interiorizarlo e interiorizarse.

 

  • Fuego... entendido como pasión y emoción de estar desarrollando y exponiendo una ilusión, una vocación y un sueño, que tiene una esencia personal muy significativa. Ese acelerador en forma de convicción profunda de “querer hacer eso”; ese atrevimiento de verdad; esa expresión de rebeldía extrema que es proyectar un “ser” haciendo camino con estilo propio... No es inventar o sí, y sobre todo tiene que ver con la personalización de lo conocido para hacerlo desconocido. Es esa pasión el motor imprescindible, el recurso y estímulo antídoto de la rendición y el desfallecimiento.

 

  • Agua... por su versatilidad y flexibilidad, su capacidad para adaptarse y penetrar en los sitios más pequeños, ocupar los más grandes, para presentarse de forma suave o torrencial, por su capacidad para mejorar los entornos y hacerlos más fértiles, por su compatibilidad con todos los “materiales”... Esa es la forma de proyectar una empresa hacia fuera, tratando de ser ese “agua” que llega a todos los rincones, que se muestra de modo diverso y ajustable, pero que tiene identidad, que puede tener fuerza, pero que siempre hay que respetar y controlar para que no se desborde y no dañe o arrase a su paso... Esa empresa que también es transparente, que refresca, que encuentra siempre el modo de introducirse en un mercado, de llegar a un cliente, que ve su reflejo en ella y en su modo de ser y hacer. Y sobre todo la paciencia y perseverancia del agua para erosionar rocas, superar dificultades, empequeñecer montañas...

 

  • Aire... otro modo de ir y de venir, fuerte o suave, invisible pero que se siente, cambiante y necesario... El aire puede salir de dentro como aroma, como fragancia identificativa y también penetrante y atrayente, pero sobre todo es un elemento al que la empresa debe estar atenta siempre, vigilante y expectante para aprovecharlo, disponiendo sus “velas” para sacar el máximo partido al impulso, gestionando las corrientes, y asumiendo que el aire cambia de sentido y cualquier despiste nos hace perder tiempo. Estamos llamados a adaptarnos como empresa para que el empuje del aire sea un aliado valioso hacia el horizonte definido. También la persistencia, aun cambiante y de diferente intensidad, como característica del aire que puede ser brisa o viento, pero que siempre es presencia y esencia.

 

Tierra, fuego, agua y aire, como elementos a identificar y generar en nuestras empresas para cimentar los pilares de nuestra aventura, desde ahí seremos capaces de aprovechar la “física” y la “química” del camino, de crear energía propia, pero la combinación de esos elementos es la clave de una naturaleza sólida y competitiva. ¿Tu equipo es tierra compactada y comprometida hasta con perfil rocoso?; ¿qué pasión te mueve para liderar tu empresa?; ¿tu empresa se adapta y es flexible y penetrante como el agua y capaz de erosionar las dificultades como ella?; ¿analizas el “aire” de los mercados, de los contextos, de los clientes y eres capaz de posicionar tu empresa para aprovechar las corrientes?.

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