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UN MUSEO DE HISTORIA MILITAR PARA BADAJOZ

09 enero 2018

Hace pocos días, Manuel Márquez Martín publicaba en las páginas del Diario HOY la demanda que en nombre propio y de los Amigos de Badajoz que preside...

Hace pocos días, Manuel Márquez Martín publicaba en las páginas del Diario HOY la demanda que en nombre propio y de los Amigos de Badajoz que preside, demanda con bendita insistencia, en aras de ver hecho realidad un Museo de Historia Militar en nuestra ciudad. Comienzo a hilvanar estas líneas con único propósito: apoyar y reforzar, desde la Historia, esa ya vieja aspiración que en algún momento del pasado no muy lejano estuvo a punto de verse cumplida, con al apoyo de la propia institución municipal, del Ejército español y de su Museo madrileño, dispuesto a aportar y ceder material para el que iba a ser Museo Militar de la Ciudad de Badajoz. Y también con semejante objetivo: ofrecer nuevos argumentos a las ideas expuestas también en ese Diario por Alberto González.

Queda fuera de discusión o debate historiográfico que a lo largo de buena parte de su historia, al menos desde los tiempos bajomedievales hasta bastante más allá de la mitad del siglo XX, la ciudad de Badajoz estuvo condicionada en sus funciones urbanas de forma clara por su emplazamiento inmediato a la Frontera.

Además, como se señala en el relato del Viaje que Cosme de Médicas efectuó por España y Portugal (1668-69), Badajoz es la metrópolis extremeña convertida en plaza de armas por la sublevación lusitana. La ciudad de Badajoz, con su proximidad a la frontera portuguesa, está muy condicionada por la violencia que toda frontera conlleva. La frontera, musulmán-cristiana primero o castellano-portuguesa después, es elemento determinante en toda la historia de la ciudad.

La frontera determina y singulariza toda Extremadura. En ella, la ciudad de Badajoz, tal vez por su emplazamiento inmediato a la misma, tal vez por su condición de núcleo principal de la zona, se halla estrecha y profundamente por ella determinada.

La frontera extremeña además de frontera de colonización interna es frontera de pillaje, lo que define el carácter fundamental de la ciudad de Badajoz, que ya desde el siglo IX se ve rodeada por una muralla considerada como almohade aunque según señalan otros recientes estudios, ha de ser calificada como "musulmana".

El paso de la región a la dependencia de los reinos cristianos significa el mantenimiento de la problemática fronteriza de los tiempos anteriores, habitual en la zona y en la ciudad de Badajoz. Los conflictos intermusulmanes y cristiano-musulmanes son sustituidos por enfrentamientos entre castellanos y portugueses que dirimen sus diferencias sobre tierras extremeñas. Así, la guerra de sucesión a la Corona castellana (1475-1479) deja graves destrucciones materiales y pérdida de un alto número de vidas humanas, problemática nada original para la región que en los años finales del siglo anterior padeció las negativas consecuencias de otro conflicto luso-castellano en el que Badajoz es ocupada por los portugueses que la retendrán varios años.

Los Tiempos Modernos son de quietud fronteriza, de relaciones económico-comerciales interrumpidas en 1580, con la incorporación del reino portugués a la Corona castellana, efectuada básicamente desde Badajoz: en Botoa se va a concentrar el ejército -80.000 hombres- que emplea Felipe II en apoyo de sus derechos sucesorios. Pese a que las operaciones militares subsiguientes no ocasionaron las pérdidas humanas y económicas que se habían registrado en las luchas de finales de los siglos XIV y XV y la pacífica convivencia se reinicia pronto, al cabo de 60 años es la frontera portuguesa la causante de un devastador conflicto que, como consecuencia de la sublevación portuguesa, va a centrarse en Extremadura y en Badajoz durante tres décadas, aunque sus repercusiones se pueden rastrear hasta bastantes años después de concluida la lucha.

En el comienzo del siglo XVIII, cuando la ciudad y la región inician la recuperación de la lucha y de la crisis de subsistencia presentes entre 1673-1684, otra situación de violencias, agresiones fronterizas y masiva presencia de militares, ligadas a la Guerra de Sucesión española, reportan negativas consecuencias, repetidas durante las guerras napoleónicas en las que enemigos y aliados devastan la ciudad de Badajoz.

Así, la muralla es elemento importante en Badajoz, ciudad expuesta al riesgo de un asedio. Sea la muralla musulmana que bordea la alcazaba; sea la pentagonal cerca medieval descrita por Rodrigo Dosma; sea la fortificación Vauban, la muralla ha sido el símbolo de una ciudad marcada por la presencia de la frontera. Junto a la muralla, cuarteles y militares. A partir de 1580 Badajoz se ve obligada a reasumir una vieja función militar presente en los tiempos medievales -musulmanes y cristianos- y sobre todo a partir de 1640, los militares constituyen grupo importante entre los hombres que viven en Badajoz.

La sublevación portuguesa reactiva la función militar, la primera y más importante dedicación de la ciudad y sus hombres: de los vecinos, que ven sustancialmente alteradas sus habituales formas de vida, y de los integrantes del ejército de Extremadura, que pronto comienza a formarse. Función reforzada con matices: función defensiva, derivada de la presencia de su muralla que la convierte en una ciudad-fortaleza; función de centro rector de burocracia que la lucha acarrea. Cuando en 1638, momentos en que la sublevación portuguesa en busca de su perdida libertad aparece ya como una opción inevitable, Felipe IV ordena la formación de un Consejo que tome decisiones sobre la presentida revuelta portuguesa, se constituirá en Badajoz, donde se asienta la Capitanía General de Extremadura y los sucesivos Capitanes Generales, la máxima y suprema autoridad de la Extremadura del momento, y las restantes instituciones de la administración militar; Badajoz se convierte en la capital de la región -centro del poder político y poder militar-. A cambio recibirá ruina y despoblación.

Y con esa capitalidad, una cierta función administrativa que antes del conflicto armado ya había realizado sobre un territorio mucho más reducido. Diversos órganos e instituciones de la administración y la burocracia se asientan en Badajoz: escribanos y procuradores que auxilian la administración de justicia; la cárcel real; la aduana, la transmisión al territorio extremeño de las decisiones de autoridades centrales.

Badajoz se presenta de variadas funciones: agrícola por las actividades económicas de sus vecinos, de tal forma que nos encontramos con el que ha sido definido modelo andaluz de ciudad, con alto volumen de población y una mayoritaria dedicación de sus pobladores a las actividades agrícolas y ganaderas; administrativa, tanto en los aspectos civiles como desde la perspectiva judicial y religiosa, por su propio carácter urbano y ciudad de tránsito, por su emplazamiento en ruta frecuentada, en el camino natural, a través del valle del Guadiana, que pone en comunicación las respectivas capitales de ambos Estados peninsulares. Pero sobre todo, una poderosa función militar que la define y caracteriza. Lo militar y los militares han estado siempre presente es esta ciudad, de tal manera que soldados y militares han formado elementos definitorios y cuantitativamente muy importantes del paisaje humano de la ciudad de Badajoz.

De una Ciudad que carece de un Museo de Historia Militar. Otra lamentable penuria.

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