Tenemos fecha de caducidad. Todos los humanos, todos los seres vivos, tenemos un límite final de nuestra existencia en la tierra que nos acoge y nos acogió desde el momento de nuestra llegada, de nuestro nacimiento. Una inexorable fecha de caducidad a la que nos acercamos desde ese instante inicial.
Una fecha de caducidad que sabemos segura y que, entiendo por suerte, ignoramos y desconocemos en su concreción temporal. Ya la había dicho el poeta cuando pedía el recuerdo del alma y el despertar intelectual:
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor
Esa es la realidad con la que de forma casi permanente convivimos y quienes nos encontramos ya en “edades peligrosas”, por aquello de la lejanía de nuestro nacimiento, bien, y desgraciadamente, conocemos la definitiva marcha de personas cercanas. El dolor nos cerca y nos invade. Pero, por otro lado, es claro que ese viaje de retorno nunca será definitivo si mantenemos en nuestros recuerdos a esa persona que ya no podremos ver en la realidad que acostumbrábamos a contemplar pero que está presente en nuestros recuerdos y en las que fueron nuestras vivencias.
Y formulo esta mínima reflexión ante la noticia que hace unos pocos días se insertaba en la prensa regional extremeña, Manuel Vaz-Romero Nietohabía fallecido en la ciudad de Cáceres. Y me sorprendió la noticia. Pese a que de forma personal no conocía a esta persona, me sorprendió dolorosamente su marcha.
Y me emocionaron los textos que sobre su persona fueron publicándose firmados por algunos de sus amigos; las sentidas palabras dictadas por el corazón doliente de Paco de Borja, de Ambrosio García Polo, de Juan de la Cruz, o por los propios redactores del medio cacereño.
Había leído algunos de sus trabajos. Y fue desde comienzos de este año, cuando al coincidir con él en estas entradas al blog de Región Digital, tuve ocasión de profundizar en el conocimiento de su producción científica, en la variedad de sus trabajos de alta divulgación y en la aproximación al hombre que había “hilvanado y tan bien cosido” textos tan variados de temática y problemática tan diversa.
Y las coincidencias vivenciales que entre ambos se habían dado -ambos Maestros, ambos Licenciados en Filosofía y Letras, por la Universidad de Sevilla, ambos Doctores, Historia, por la Universidad de Extremadura, ambos docentes- me llevaron a profundizar en esa su ingente producción científica, de la que buena prueba se encuentra en la biobibliografía que en cada una de las entradas de su blog en esta Región Digital que nos acoge y en la página específica ( https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=607640 ) que en Dialnet recoge buena parte de su obra impresa.
También coincidencia en el trabajo investigador sobre algún aspecto del pasado regional al el que ambos hemos intentado aproximarnos, como la historia del pasado educativo, que Manuel Vaz-Romero Nieto esclareció para un Centro educativo cacereño –“La Universidad Laboral de Cáceres. Su génesis y trayectoria (1951-2005)”- publicado en dos tomos de Alcántara: revista del Seminario de Estudios Cacereños.
Sus trabajos en los que presentaba, con rigor y profundidad, las biografías de buen número de personas me han parecido la parte más lúcida y destacable de su trabajo. De manera personal, considero la biografía como el trabajo investigador de más difícil abordaje del quehacer del historiador. Nunca, he de confesarlo, me atrajo biografiar a nadie. Me parece un trabajo complejo, con el riesgo de poner el foco de la tarea en un aspecto marginal del biografiado olvidando lo central y nuclear.
Por ello, los trabajos de Manuel Vaz-Romero Nieto centrados en la biografía de aquellas personas que le interesaron me resultan muy atrayentes.Por la numerosa variedad de los biografiados como por la bondad de losresultados finales obtenidos. Por ejemplo, en “Ars et sapientia: Revista de la asociación de amigos de la Real Academia de Extremadura de las letras y las artes”, ha publicado investigaciones centradas en la poesía en encendida deGregoria Collado; en la Precocidad literaria, depuración política y extremeñidad de Antonio Rodríguez-Moñino; en Julio Cienfuegos Linares, un hombre multicompetente, en Don Valeriano Gutiérrez Macías, el cantor de raíces y ancestros extremeños; en el monumento de papel de Jaime de Jaraíz, en la grandiosa epopeya de la escultura de Juan de Ávalos o en Pedro Lumbreras Valiente, jurista y académico
O la de Juan José Narbón, incluida en Alcántara (2009), pintor que ya en 1998 había atraído su atención, definiéndolo entonces como un creador de símbolos y lenguajes plásticos. Y también en la misma publicación (2002) incluyó su estudio sobre la Vida y obra de Eduardo Chillida.
Y se ha de destacar las biografías incluidas en entradas recientes de su blog en esta Región Digital, la del historiador y jurista Pedro Lumbreras Valiente, la de Domingo Sánchez Loro, investigador y músico, la del historiador Miguel Muñoz de San Pedro; la de Tomás Martín Gil, un tenaz investigador, la de Diego María Crehuet,…
No sólo en artículos más o menos extensos biografió a las personas de su interés. Numerosos son los libros dedicados a esta tarea de biografiar. Y también como ejemplo, que nunca como catálogo exhaustivo, destacaría “Valeriano Gutiérrez Macías. El sencillo hombre de la tierra.” 2007; “Pedro Rodríguez Ledesma, un cirujano ejemplar.” 2008 y “Manuel Llopis Ivorra. La estela luminosa de un obispo.” 2009.
A otras numerosas manifestaciones de sus preocupaciones investigadoras habríamos de referirnos. Ya se destacaba en la prensa regional: “Ha pronunciado infinidad de conferencias sobre aspectos históricos, artísticos, y educativos. Ha colaborado en muchas revistas culturales y educativas, destacando sus trabajos de innovación educativa en la “Gran Enciclopedia Extremeña”. Autor de una treintena de libros. Tiene publicado mas de mil quinientos artículos en la prensa regional y en ABC.”
Me repito. No desapareceremos mientras vivamos en el recuerdo al alguna persona. Parece, y comparto esa idea, que en la mentalidad de alguna comunidad, cada criatura muere en tres ocasiones. Y la postrera, la real y definitiva, se produce cuando ese ser desaparece en la memoria y en el recuerdo de aquellos que le amaron y le conocieron. Y hasta entonces, vive.
Esta creencia nos ha de ayudar ante la primera muerte de Manuel Vaz-Romero Nieto, a quien en persona no conocí pero a la que he deseado rendir mi sencillo homenaje.
