Un 20% de las familias españolas pasa el invierno sin usar la calefacción. La dificultad para hacer frente a la factura energética conlleva riesgos para la salud, al no poder mantenerse una temperatura mínimamente adecuada en los hogares. Es lo denominado pobreza energética, problema que ha crecido con la crisis económica, que se ha visto acentuada por el aumento de algunos costes energéticos, véase el de la electricidad, incrementando un 10% el recibo que llega a las casas.
Algunas de las causas de la crisis económica son el desmadre del sistema financiero, el crecimiento de sectores burbuja, el modelo industrial y de consumo, que han colapsado el sistema. Hay expertos, muy discutidos, que sostienen que también se trata de una crisis del modelo energético, que el mundo ha entrado en la espiral de extinción de combustibles fósiles.
Lo que está claro es que los efectos, de unas y de otra, condicionan nuestro devenir diario y por tanto requieren soluciones. Con respecto a la energía, además de los pequeños gestos para el uso eficiente de la energía, que permiten ahorrar en el consumo, como por ejemplo las formas de contratación, lavados a bajas temperaturas, mantenimiento adecuado del frigorífico, etc., hay nuevas propuestas diseñadas a mayor escala, no solo para cambiar el modelo energético, sino también el modelo de relación con las empresas que distribuyen la energía.
También hay nuevos proyectos de uso de energías alternativas que afectarán directamente al consumidor final, con lo que no habría dependencia de las empresas distribuidoras. Una de las personas que está trabajando en este ámbito es Elon Musk, físico y emprendedor sudafricano, más conocido por ser co-fundador de PayPal, que ya ha demostrado que la gasolina no es necesaria, y quiere acabar con la factura eléctrica en los hogares.
Aunque este emprendedor no ha dado detalles de cómo se ahorrará la factura eléctrica, se intuye que será con una potente batería de hidrógeno, capaz de almacenar energía renovable y que será recargable. Mantendría una casa una semana con una sola carga, y sería una medida energética directa, ya que el usuario final sería autónomo en la producción y gestión de la electricidad en su domicilio, con lo que dejaría de pagar la factura a final de mes.
Ya hay un ejemplo diseñado por Musk, un vehículo japonés fabricado, que funciona con una batería de hidrógeno, portátil y recargable. El fabricante pone a disposición del propietario del coche puntos de recarga, a coste cero o a precio razonable. Y aquí no acaba todo, porque la batería del coche se puede utilizar para proporcionar energía a una casa durante una semana.
Hay tres preguntas claves que se plantean. La primera es cuándo se conocerá el producto; en pocas semanas se presentará, está listo para su comercialización, otras cuestión es si interesa que el mundo se entere. La segunda tiene que ver con lo que dirán las compañías eléctricas; aunque parezca curioso serán clientes, ya que sus problemas fundamentales se suceden cuando hay mucha demanda de electricidad, con saturación en las redes que producen cortes. Las baterías podrían solventar estos problemas. La tercera cuestión es cuándo podremos utilizar el sistema; la obtención de la energía no sería problema, pero sí la autonomía de las baterías, ya que sería necesario su almacenamiento.
Por último, y lo más importante, sería necesario que los poderes públicos hicieran una evaluación de modelos energéticos alternativos de bajo coste y sin impacto medioambiental, basados en planteamientos reales, antes de que veamos otra vez al ministro del ramo contándonos que la factura de la luz ha bajado, sin mirarnos a la cara.
Existen alternativas posibles y viables que mejorarán la situación de las personas, que al fin y al cabo es otro aspecto básico que debe pretender la economía. Deberíamos empezar a ver como proyectos de este calado se van haciendo realidad a lo largo de esta década. Para ello se necesita despertar el interés social para así implicar a los gobiernos. Los motores eléctricos se inventaron antes que los de gasolina y diesel, sin embargo su desarrollo ha sido al contrario; ya hace más de doscientos años un ingeniero suizo inventó un motor de combustión interna que funcionaba con hidrógeno y oxígeno, por si queremos retomar la iniciativa.
