Conocen a Lázló Andor? Posiblemente su nombre no les suene. Quizás sí hayan oído hablar de Oli Rhen. Ambos son comisarios de la Unión Europea. El primero lo es de empleo y el segundo de asuntos económicos y monetarios. Con ser significativo que Andor sea prácticamente desconocido, hay que decir que este Comisario posiblemente sea un rara avis de la política comunitaria porque periódicamente saca unos informes muy interesantes pero que se salen de la letanía neoliberal de Bruselas.
El 21 de enero de este año tras publicar su Informe anual sobre la evolución del empleo y la situación social en Europa, que dicho sea de paso, merece una atenta lectura, el comisario Andor afirmó que el 12% de los trabajadores españoles viven en situación de pobreza. Además manifestó que, por primera vez en la historia, aunque el paro descienda, el aumento de la pobreza proseguirá "si continúa la polarización y la reducción salarial, y si se obliga a los trabajadores a contratos de tiempo parcial”. Es una fotografía nítida de lo que está pasando en España.
Los datos se acumulan: De acuerdo con este estudio, la población en riesgo de pobreza o exclusión social ha aumentado en España del 23,3% en 2007 al 28,2% en 2012 debido al impacto de la crisis y al aumento del paro. Y sólo alrededor del 35% de los españoles en riesgo de pobreza entre 18 y 59 años que encuentra un trabajo logra salir de la pobreza. Además, el 15% de los hogares españoles en riesgo de pobreza dependen para sobrevivir de la pensión de los abuelos.
Por su parte Eurostat indica que España es el segundo país de la UE con mayor índice de desigualdad. Esto tiene como consecuencia, además de lo concerniente a las condiciones de vida y vulneración de derechos, que un crecimiento económico en un contexto con altos índices de desigualdad no se traduce en creación de empleo y lejos de reducir, fomentará la exclusión social.
Hablamos, pues, de un proceso acelerado de empobrecimiento de los españoles trabajadores ocupados que tiene su respaldo en la disminución de los salarios reales y en la pérdida de peso de los salarios en la distribución de la renta. Con datos del INE los asalariados extremeños habríamos perdido 800 millones de euros de renta en los últimos 4 años. Según la Agencia tributaria el 56,8% de los extremeños declara menos de 968 euros al mes.
En la actualidad tener trabajo ya no significa tener bienestar. La nociva reforma laboral ha propiciado un notable aumento del número de desempleados, la pérdida de derechos y la precarización de las condiciones laborales, lo cual unido a las políticas de recorte del gasto social, provocan que tener un puesto de trabajo se pueda considerar una suerte pero no una garantía de poder acceder a determinados derechos como la sanidad, la educación o la vivienda.
Los últimos movimientos del Gobierno siguen apostando por la creación de un marco legal favorecedor del subempleo. El Real Decreto 16/2013, de 20 de diciembre, denominado hipócritamente, de medidas para favorecer la contratación estable, supone una reforma de tal calado que cambia el sistema de contratación, de tal forma que el contrato indefinido a tiempo completo dejará de ser el núcleo esencial sobre el que gravite la contratación para dejar paso al contrato de trabajo a tiempo parcial y preferentemente temporal.
“Debemos creer empleo, pero de calidad, para lograr una recuperación sostenible que no tenga sólo como efecto combatir el paro sino igualmente reducir la pobreza", dice el Comisario Andor. En España hacemos justo lo contrario. En lugar de favorecer la actividad y el empleo, a base de recortes en inversiones o en gasto público y subidas de impuestos, generamos más desempleo y si, además, flexibilizamos hasta límites insospechados las condiciones de contratación, se crean los mecanismos necesarios para que la sumisión y la dependencia sean los vectores que marquen el futuro de nuestro mercado laboral. Es ésta una estrategia calculada, no una política fruto de la casualidad ni inevitable.
El desempleo generalizado y las amplias dificultades para encontrar un empleo digno debilitan la capacidad de respuesta de los trabajadores a la vez que favorecen el incremento del beneficio empresarial. En un dinámica perversa, los asalariados que encuentran trabajo, afortunados si es a tiempo completo, saben que lo hacen en condiciones de incertidumbre y precariedad sobre las que es muy difícil sustentar un proyecto de futuro a medio plazo, es decir, un propósito de socialización, de integración y, en definitiva, de bienestar.
En el mencionado informe de la UE y en lo referido al análisis sobre los salarios mínimos se indica que en los países con salarios mínimos elevados no solo no se ha producido una pérdida de empleo entre las personas poco cualificadas en los años de crisis, sino que, al contrario, las tasas de empleo de estos trabajadores tienden a ser más elevadas. Esta es la razón por la que en el Paquete sobre Empleo de 2012 se destaca que las reformas estructurales del mercado de trabajo deben tener como finalidad garantizar salarios dignos y sostenibles y evitar las trampas de los salarios bajos. Nuevamente nuestro país va a contracorriente, el salario mínimo en España es de los más bajos de la Unión Europea, 645,30 euros brutos al mes y se ha vuelto a congelar a pesar de que bordea el umbral de la pobreza en hogares con un solo miembro y se sitúa por debajo en hogares compuestos por al menos dos personas.
“Lamentablemente, no podemos decir que tener un trabajo equivale necesariamente a un estándar de vida decente", afirma el comisario Andor. Dicho queda. El trabajo ya no protege frente a la pobreza. Encadenar durante años y años empleos de baja calidad nos llevará a permanecer en la pobreza toda la vida. A la legión de españoles desempleados necesitados y en vías de exclusión, tenemos que unir ya el fenómeno cada vez más profundo y extendido de los trabajadores pobres.
