Hay un filósofo por el que siento debilidad. Su nombre: Michel Onfray. Entre sus obras leídas, casi devoradas, “Contra-Historia de la Filosofía” (cinco tomos publicados); “Los Cínicos”; “Tratado de Ateología”; “Antimanual de Filosofía”; “La fuerza de existir”; “El vientre de los Filósofos”; “Política del rebelde: tratado de la resistencia y la insumisión”; “Teoría del cuerpo enamorado” y “la comunidad filosófica: manifiesto por una Universidad popular”… de éste último hablaré un poco más:
En “La comunidad filosófica” recoge Onfray sus principales propuestas en materia pedagógica, las cuales le llevaron al abandono del instituto francés de educación secundaria donde daba clases y la creación – junto a un pequeño grupo de profesores – de una Universidad popular (no confundir el término con nuestras Universidades Populares, porque no se parecen en nada) en Caen.
Un breve repaso a los seminarios que se imparten en la Universidad logra que se me haga la boca agua: allí se imparte la “Contrahistoria de la filosofía”, a cargo de Michel Onfray, en la parte de “Ideas políticas” el profesor Gérard Poulouin ha abordado las figuras de André Breton, La Boétie o Spinoza entre otros, hay una “Introducción al Jazz Clásico”, a la “Economía”…
Aquí en España hubo en su tiempo una fecunda tradición de centros y espacios donde la cultura, el conocimiento y la pedagogía libre se expandían: la pionera fue la Institución Libre de Enseñanza y destacaron posteriormente las Escuelas Modernas y Universidades de tradición libertaria, los centros de enseñanza obreros y por supuesto los Ateneos. 40 años de franquismo laminaron toda esta tradición y condenaron a muchísimas generaciones a la indigencia intelectual.
Habla Onfray de la enseñanza oficial como un trasunto de “libertad vigilada” cuyo objetivo es asesinar las inquietudes de los jóvenes… ¡Y menos mal que él no conoce nuestro modelo educativo! con sus clases de catequesis y adoctrinamiento (eso sí, voluntarias… ¡que no se diga que no son generosos!), sus lecciones magistrales, sus fechas, acontecimientos y pensamientos políticamente correctos y donde incluso el uso (y abuso) de las nuevas tecnologías busca sobre todo lograr que el alumno pierda el tiempo por sí mismo, sin concurso del profesor.
Hay un pequeño texto del libro que os extracto:
“Asesinato de los niños”
Los niños preguntan de manera natural y muy tempranamente. ¿Por qué pierden luego esta propensión sublime? Porque la familia y la escuela, doblemente cómplices en este asesinato, hacen lo necesario para impedir, decepcionar, prohibir esta actitud interrogante y reemplazarla, ya sea por una simple y llana renuncia apática, ya sea por cebarlos con respuestas a preguntas que ellos no hacen. ¿Por qué pensar por cuenta propia cuando se puede obedecer por cuenta de los demás?
La familia no sabe ni puede siempre responder a las preguntas deflagradoras de los niños: medios intelectuales limitados, relación problemática con el lenguaje (…) Pero también hay una preocupación por preservar nuestra tranquilidad de adultos en beneficio de actividades superficiales – televisión, siesta en el sillón… -
(…) Al constatar repetidamente que sus preguntas quedan sin respuestas, la llama de los niños se apaga sola. Ya nada les planea problema, el asombro desaparece y se acepta el mundo tal como es, como una evidencia. (…) ”se sueña porque se sueña, eso es todo”; “si no podemos ver, pues no vemos, es evidente”; “los animales no piensan, qué ocurrencia, o sea que come la carne” etcétera. El filósofo muere y adviene el adulto - caracterizado por una notable propensión a no pensar para así obedecer mejor el movimiento del mundo.
A esta derrota de los padres se le puede agregar la aportación de una escuela que busca algo muy distinto a volver curiosos e inteligentes a los niños (…) Pretende socializar individuos, producirlos como mecanismos destinados a la máquina social; en realidad enseña a obedecer, a comportarse en grupo, a someterse a las reglas, a luchar por la adaptación con el fin de ocupar el lugar del dominante. Una cabeza bien amueblada no es (…) el ideal que se proponen las pretendidas “ciencias de la educación”. En cambio, una cabeza bien llena sí, eso es algo interesante. Entonces no cabe buscar la inteligencia, sino la memoria, no una cultura socrática de la pregunta, sino una costumbre escolar de la respuesta.
Espero que esta reflexión sirva para algo y sobre todo os animo a leer algo de Onfray. Engancha. Y lo que es más importante: te invita a pensar.
Juan Carlos Vila 12:53 08 octubre 2013