Imagínese una noche estrellada de esas dignas de estar en la portada de cualquier libro sobre astrofotografía; sale de una singular construcción de techo cupular y en el porche le espera un estupendo telescopio junto a unas sillas. A su alrededor una vasta pradera que huele a hierba fresca, árboles a su espalda y el sonido de las aves nocturnas. La quietud es absoluta y sobre su cabeza el cosmos aguarda para que le eche una mirada.
No, no nos hemos trasladado a un planeta de Star Wars, aunque la forma de estas peculiares casas así lo induzca...
Ver noticia completa