15 julio 2022
Sin lugar a dudas una de las joyas gastronómicas más importantes de nuestro país, el vino de España goza de reputación mundial dada la calidad del producto y los cuidados con los que se trata para garantizar el mejor sabor y aroma posibles. Conocer a fondo el mundo del vino español requiere estar familiarizado con las bodegas de mayor renombre del país, entre las que podrás encontrar la bodega Pradorey.
En primer lugar, hemos de dejar claros algunos de los rasgos que hacen que la bodega Pradorey destaque sobre el resto de su competencia dado que, además de producir vino Pradorey de gran calidad, esta bodega ha alcanzado la autonomía energética gracias a la presa del río Duero y al parque de energía solar que han construido en el territorio. Su compromiso con la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente que mantienen a través de diferentes acciones les ha permitido ganar el premio a la "Empresa Socialmente Responsable".
En lo que respecta a la finca en la que se ubica la bodega Pradorey, ésta se trata del Real Sitio de Ventosilla, territorio comprado por Isabel la Católica en 1503 que pasó a manos de la familia Cremades tras su compra por el abuelo de Fernando Rodríguez de Rivera. Esta adquisición tenía como objetivo impulsar la actividad económica de la finca y sacarla de su etapa de decadencia. A día de hoy, la bodega Pradorey se ha convertido en una de las 10 bodegas con más ventas de Ribera del Duero, liderando ventas de vino en Amazon y contando con un e-commerce propio que les genera bastantes ingresos.
En los siguientes apartados, procederemos a hablar sobre algunas de las zonas más destacadas de la finca Real Sitio de Ventosilla.
Ordenada a construir por el Duque de Lerma en el siglo XVII para acoger al rey Felipe III y a sus invitados, la Posada del Real Sitio de Ventosilla fue readaptada como alojamiento turístico en 2003. Este palacio de estilo herreriano y equilibrado tanto en formas como en proporciones conserva, a día de hoy, los blasones de diferentes casas de la nobleza, así como su arquitectura exterior original, dando lugar así a una edificación que traslada a todos sus visitantes a una época muy lejana.
La posada se compone de un total de 18 habitaciones distribuidas en dos plantas. También incluye un comedor, salón, cafetería, zona de juegos, piscina, instalaciones deportivas... entre muchas más. Sin lugar a dudas, todo un atractivo turístico perfecto para disfrutar de una cómoda estancia dentro de un edificio histórico.
La bodega Pradorey cuenta, además, con una explotación ganadera que, si bien comenzó sus andanzas en 1900, no fue hasta 1928 cuando se comenzó la producción industrial de la leche. Esta vaquería ha supuesto un modelo a seguir en lo que se refiere tanto a innovación como a calidad del producto, contando a día de hoy con 800 vacas de raza frisona y con un certificado de calidad estadounidense PMO, renovado tras exhaustivas y muy exigentes inspecciones trimestrales.
En las proximidades de la posada se encuentra la ermita de San Andrés, construida en el siglo XVI y restaurada en los años 50. A día de hoy, todavía conserva en su interior una pila bautismal datada en el siglo XIV, así como un retablo de estilo hispanoflamenco de finales del siglo XV que conforman una auténtica joya dentro del patrimonio histórico de la región.
Dentro de la ermita de San Andrés también se encuentra una talla de este apóstol, situado bajo un enorme dosel, así como seis tablas inferiores en las que se narra la vida de San Andrés. También incluyen representaciones de los cuatro evangelistas acompañados por Santa Bárbara y Santa Catalina.
Por supuesto, no podríamos hablar de la bodega Pradorey sin hacer mención a sus vinos. A continuación, procederemos a listar y describir algunos de sus productos más vendidos:
El paso por boca de este vino es bastante equilibrado, dando una sensación sedosa y amplia con acidez moderada y equilibrada. El sabor persiste bastante, dando un retrogusto de frutas de hueso. Su olor transmite notas complejas de frutas maduras blancas y de hueso, combinando también notas balsámicas de vainilla y torrefactos que se integran muy bien en el vino. Un producto elegante, fino y sutil perfecto para acompañarlo con pescados blancos grasos y pescados azules más suaves.
Este vino tinto se muestra ante el consumidor con un intenso rojo nazareno de tonalidades azules. Su proceso de conservación requiere de 10 meses en barricas de roble europeo y roble americano, dando así un aroma a frutas rojas y negras con terciarios de minerales, especiados y torrefactos. El paso por boca es bastante goloso, maduro, untuoso y bastante largo.
Sensación en la boca bastante equilibrada, con tanino suave y agradable que conforma una interesante combinación de toques especiados con frutos del bosque. Su aroma recuerda a frutas rojas y negras, incluyendo también algunas notas balsámicas de vainilla. En lo que respecta a su elaboración, ésta se lleva a cabo tras una selección manual de uvas de baja graduación alcohólica, a las que se somete a un proceso de fermentación espontánea y controlada.
