La triste historia real que inspiró ‘La Sirenita’

La factoría Disney ha producido películas que han marcado a varias generaciones. A pesar de que la mayoría de sus historias se caracterizan por concluir con finales felices, lo cierto es que muchas de ellas están inspiradas en tragedias. Un ejemplo de ello es la historia real de La Sirenita. ¿Sabías que estuvo inspirada por una historia de amor imposible?

Este clásico fue creado por Hans Christian Andersen. Hacia la década de los años 90 el historiador Rictor Norton inició una investigación sobre los autores más célebres del siglo XIX y a partir de ella descubrió la correspondencia que el escritor mantuvo con Edvar Collin declarándole su amor.

La relación entre ambos se inició en la infancia y se extendió hasta su madurez. No obstante, los sentimientos de Andersen evolucionaron hacia algo más que amistad. Sin embargo, en aquella época las relaciones de amor homosexual eran difíciles de entender. De hecho, Collin fue presionado por su familia para que se casase con una mujer hacia el año 1836.

Ante el enlace, Hans Christian Andersen decidió marcharse a la isla de Fyn para sobreponerse a su decepción. Fue al llegar allí cuando decidió escribir una carta de despedida a su amigo y comenzar a trabajar en la creación de La Sirenita. En realidad, la historia original es bastante más oscura: Ariel muere y el príncipe acaba casándose con una princesa.

Pero, ¿hay rastros de esta historia de amor dentro de La Sirenita?

Diferentes estudiosos y escritores como Ariel Garlow han identificado algunos paralelismos entre la historia de amor imposible que vivió Andersen y el popular cuento que Disney convirtió en película hacia la década de los noventa.

Según parece, la sirena más popular de la ficción era una representación de su creador. Sus características fueron un reflejo de su personalidad y sus circunstancias: Por un lado, la protagonista de la historia contaba con una gran sensibilidad y una especial fragilidad. Por otro, con ausencia de voz, algo que de alguna manera compartía con Andersen: La imposibilidad de mostrar o manifestar sus sentimientos abiertamente. Por último, no podemos poner en duda que Ariel era un personaje valiente y estaba dispuesta a asumir cualquier sacrificio por amor.

En el otro lado podemos encontrar al príncipe en representación del amor imposible del autor, Collin. Alguien que poseía cierta valentía y fortaleza de carácter pero que, al fin y al cabo, se veía limitado para corresponder al amor de su sirena por circunstancias ajenas a él.

El relato finalmente concluye con la boda entre el príncipe (Collin) y una princesa (la mujer con la que contrajo matrimonio hacia 1836). Aunque este enlace supuso una gran fuente de dolor y turbación para Andersen, lo cierto es que el escritor decidió respetar la unión y optar por abandonar el país. Más allá de sus sentimientos, comprendió que no podía interponerse entre ambos. Se sacrificó y buscó en la huida la mejor vía para poder aceptar la unión de su mejor amigo con una mujer y la pérdida de cualquier posibilidad de mantener una relación con él.

Pero, ¿cómo representó nuestro escritor el dolor que generó aquél episodio de desamor? En la historia original Ariel también opta por desaparecer y respetar el enlace. A pesar de que ella cuenta con la alternativa de recuperar su voz y volver a ser feliz y libre en el océano, renunció a ello. Aunque la bruja Úrsula que le había dotado de forma humana le propuso un trato: Restituir su situación inicial a cambio de que acabase con la vida del príncipe y la princesa. Un trato sin duda oscuro pero que acabaría proporcionando una clara ventaja para aquel ser marino.

No obstante, Ariel decidió renunciar a tal posibilidad. En el momento en que pudo contemplar a la pareja viviendo su romance en amonía y felicidad, decidió resignarse y desaparecer para siempre. Su decepción y el remediable dolor ocasionado por el rechazo y el desamor la llevaron a tomar una drástica y cruel decisión. Ariel murió y se transformó en espuma de mar sin dejar rastro.

El relato podría ser una clara metáfora sobre la decisión que Andersen tomó: Desaparecer y, de alguna manera, morir para su amigo quien ya era feliz y no guardaba ningún tipo de sentimiento hacia él más allá de la amistad. Y es que el popular escritor fue consciente de la imposibilidad de cualquier relación sentimental con el que fuera su mejor amigo. En una de sus cartas se declaró de una forma clara y sin ambigüedades. Un fragmento del manuscrito decía así:

“Languidezco por ti, mis sentimientos por ti son como los de una mujer. La feminidad de mi naturaleza y nuestra amistad deben permanecer en secreto”.

Lamentablemente, como contrapartida recibió una negativa tajante: “No me encuentro capaz de corresponder a tu amor. Adiós, querido amigo”, le respondió Collin.

Más allá de los paralelismos que presenta la estructura de la trama con el episodio real, (así como la decisión que toman ambos amantes rechazados) hay otra coincidencia que da más solidez al análisis desarrollado por Rictor Norton y otros estudiosos especializados en el campo de la literatura: La cercanía inmediata entre la fecha de la publicación del cuento y el acontecer de los hechos. El clásico de La Sirenita vio la luz sólo un año después de que Collin se uniese en matrimonio con su esposa. Además, esa carta de despedida fue la última correspondencia que se produjo entre ambos. Después de aquella despedida nunca más volvieron a verse.

Andersen escribió la última esquela a miles de kilómetros de Collin para a continuación comenzar a escribir una historia que sobreviviría siglos más tarde aunque eso sí, con un final adaptado y mucho más amable. Un final en el que Ariel no muere y logra vivir su relación de amor con el príncipe derrocando a la bruja Úrsula. No obstante, esta fue una alternativa adaptada para el público infantil. La original fue mucho más sombría y melancólica, aunque ciertamente bella. ¿No crees?