21 agosto 2019 | Publicado : 14:20 (21/08/2019) | Actualizado: 09:13 (23/08/2019)
Antes de que Cristóbal Colón descubriera que había todo otro continente cruzando el océano, se pensaba que el mundo terminaba frente a las costas del Atlántico. Ahí, donde acababa el orbe, en ese territorio que los árabes nombraron al-Garb, el Oriente, se encuentran unas de las playas más bellas de Europa, con acantilados que evidencian el poder del mar: sus rocas presentan unas tonalidades que van desde el rojo, el ocre, el naranja, hasta volverse blanco en las finas arenas de las playas que se pierden al entrar en el agua de color azul plomizo.
Algarve, en Portugal, es un destino turístico relativamente joven. Fue a partir de la década de 1960 (lo cual resulta poco si lo comparamos con los tiempos en que los árabes dominaron la Península Ibérica, hace ya más de un milenio) que cambió su vocación de una zona rural y agrícola hacia una netamente turística. Existen amplios desarrollos hoteleros y exclusivos resorts, pero los hoteles familiares en Algarve resultan una gran opción para conocer estas hermosas playas de finas arenas.
Cuenta con una gran variedad de lugares de interés y ofertas para todos los gustos: desde rincones históricos con importantes edificios religiosos como la capital de la provincia, Faro; playas con una animada vida nocturna, como Lagos; destinos peculiares como la isla de Tavira, una extensión de once kilómetros de playa frente al mar, donde el oleaje pierde intensidad y es muy agradable para nadar; o espacios como el Parque Natural de Ría Formosa, una zona donde se unen las aguas de ríos y mares, creando una reserva protegida especializada en la observación de aves migratorias. A todos estos puntos se puede llegar ya sea rentando un coche o mediante el servicio de autobuses.
La playa Nossa Senhora da Rocha es la oportunidad ideal para que la familia disfrute del tiempo vacacional en uno de los hoteles familiares en Algarve. Tiene increíbles opciones para todas las edades. Los niños gozan nadando en las tranquilas aguas del mar o cruzando a través del túnel artificial creado en uno de los acantilados y que da acceso a otra playa. Los padres pueden reposar recostados bajo una sombrilla, admirando el paisaje de las calas que se introducen al mar. Para gustos más aventureros están los paseos en barco a través de las cuevas y playas salvajes, poco exploradas; o si se trata de un viaje romántico se puede alquilar un barco privado para recorrer las costas. También se puede conocer a través de tierra, en tours que incluyen visitas a los lugares referidos, así como a restaurantes o bodegas de vino, de la más alta calidad y con el prestigio de la gastronomía portuguesa.
El ambiente familiar es innegable, siempre hay oportunidad de convivir con personas que vienen de diversas partes del mundo y pasar momentos agradables que permanecerán en la memoria de toda la familia.
