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Qué ventajas tienen y cómo funcionan las mallas antihierbas

Son muy fáciles de colocar y de mantener y su instalación es una forma muy efectiva de impedir el crecimiento.

05 julio 2019

Existen muchos tipos de terreno donde podemos ver cómo en ocasiones la hierba crece de forma desmesurada, tapando las plantas de nuestro huerto e impidiendo su desarrollo natural.

 

Una malla antihierbas, como su nombre indica, es una tela que se pone en el suelo de forma que impide el paso de los rayos de sol. Consigue así que estos no lleguen a las semillas y permite el paso del aire y el agua necesarios para que las plantas puedan desarrollarse adecuadamente. Existen dos tipos principalmente: las tejidas y las geotextiles. 

Las mallas antihierba tejidas

Para no vernos rodeados de vegetación no deseada, podemos acudir a las mallas antihierba tejidas. Se puede obtener la malla antihierbas por rollos o al corte. Es decir, dependiendo de la cantidad que necesitemos, podremos comprar el rollo entero o elegir el trozo concreto que vamos a utilizar. Las hay de muchos tipos, colores y materiales y estos son algunos de todos los ejemplos que podemos encontrar:

 

  • Las de rafia, son una buena solución utilizada sobre todo en jardinería y agricultura que solo deja pasar el aire y el agua, evitando que los rayos del sol interfieran con la hierba y la dejen crecer. El polipropileno preparado para los rayos UV hace que pueda ser usada en exteriores. 

 

  • Las opacas, además de no dejar pasar la luz, tienen el distintivo de que en muchos casos son utilizadas para la ocultación para obras. 

 

  • Las mallas de fibras de polipropileno, además de la función básica de frenar los rayos, también puede parar el crecimiento de la hierba por acción mecánica.

 

  • Dependiendo del peso de la malla y de los gramos que tenga, contará con una mayor densidad y con ello resistencia. Por lo que cada una servirá para un determinado tipo de terreno y se puede elegir la que más se adapte al nuestro.

 

  • Tiene una amplia cantidad de colores a elegir que permiten que el resultado con el terreno que tapamos sea lo más natural posible. Destacan las negras, que son las más básicas; las blancas, usadas sobre todo para trabajos de jardinería o para recubrirlas con áridos blancos y las verdes, muy usadas sobre todo en el paisajismo, ya que da sensación de mimetización con el ambiente. 

Las mallas geotextiles

Por otro lado, las geotextil son utilizadas cuando las raíces que queremos cubrir son más agresivas y necesitan más resistencia. Aunque el objetivo principal es el mismo: no dejar pasar los rayos de sol, permitiendo solo el del aire y el agua, el material es mucho más fuerte y es apto para otros tipos de plantas o hierbas.

 

Además, se le suelen hacer pruebas ultravioleta para asegurarse de que resistan correctamente y duran mucho más tiempo que las tejidas. Las hay de anchuras diferentes y es común usarla en zonas como estanques o huertos donde se va a utilizar mucha agua. 

 

A la hora de comprar una malla antihierbas debemos tener en cuenta la relación calidad-precio, ya que se trata de un producto en el que es muy importante la resistencia frente a desgarros y roturas.

Cómo instalarlas adecuadamente

  • En primer lugar, deberíamos allanar y limpiar el terreno de forma que la posición de la malla sea lo más recta posible. Es probable que tengamos que acudir a la motoazada o al motocultor para acabar con la primera capa del suelo. Además, deberíamos quitar las piedras en caso de que sobresalgan. 

 

  • Llega el momento de colocar la malla. Lo haremos fijandola con clavos de plástico (convenientemente con una arandela sobre el suelo para evitar daños) y a una distancia próxima a un metro entre ellos. Hay que asegurarse de que queda totalmente estirada y fijada.

 

  • Si necesitamos dejar huecos para plantas o cultivos, será tan fácil como realizar el corte necesario en la malla de forma que este pueda sobresalir de forma natural. En caso de que no exista la planta todavía, podemos prever el lugar donde crecerá para realizar el corte en ese lugar. El más efectivo es el corte en cruz.

 

  • Por último, y si lo consideramos adecuado, se puede cubrir la malla con piedras y/o graba. De esta forma, la ajustaremos en la máxima medida posible a las plantas que ya existen. 

 

  • Es importante barrerla o echarle agua con una manguera al menos una vez por semana para que las condiciones de la malla sean siempre favorables. Hay que llevar cuidado ya que a veces agentes ambientales como el viento pueden traer tierra con semillas que en poco tiempo podrían dar lugar a las indeseadas hierbas de las que tratamos de huir.  

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