06 noviembre 2018
Desde que se desató la crisis, los problemas económicos a los que se han enfrentado muchas empresas han sido extremadamente duros. El número de las que han cerrado es muy elevado, y no pocas de las que aún siguen adelante lo están pasando bastante mal. En muchas ocasiones estos problemas han tenido su origen en la acumulación de deudas, unido al hecho de que no han conseguido cobrar parte de sus facturas. Si te encuentras en una situación como esta, analiza estos consejos para evitar ser el próximo proyecto que tiene que cerrar.
Identificar el origen del problema
Lo principal es eliminar el problema en el menor tiempo posible. De modo que en cuanto se detecten pérdidas, menos ingresos o clientes, lo primero que hay que hacer es ver qué situación es la responsable de esto. Y tratar de poner remedio cuanto antes.
Si se deja pasar, lo único que se logrará es agravar el problema hasta un punto en el que quizás no haya vuelta atrás.
Adaptarse a los cambios
Tanto la crisis como otros elementos están haciendo que la sociedad cambie en cuanto a gustos, costumbres y preferencias. Por ejemplo, los clientes son hoy mucho más críticos que hace una década o dos, y miran mucho antes de decidirse a comprar algo o escoger un servicio. Si no somos capaces de adaptarnos y encontrar el modo de atraer su atención, los problemas financieros no tardarán en aparecer.
Reducir los costes eliminando lo que no se usa
Hay ocasiones en las que una empresa dispone de instalaciones o equipo que en realidad no necesita. Lo mejor es evaluar cuáles son las cosas que realmente hacen falta para desarrollar los trabajos y prescindir de todo aquello que en realidad es accesorio. Por ejemplo, tal vez no se necesiten tantos teléfonos de empresa o pagar comidas muy caras.
También es buen momento para revisar los gastos en los que se puede ahorrar, como en comisiones bancarias o suministros. Si se reducen estos costes, posiblemente se podrán afrontar otros que sí son necesarios.
Renegociar las deudas
Cuando es evidente que a pesar de todo no se podrán saldar las deudas adquiridas, y se necesita seguir produciendo para no cerrar la empresa, es el momento de tomar otras medidas. Por ejemplo, declarar un preconcurso de acreedores con el que sortear una situación muy delicada.
Una vez que se declara, hay que tratar de renegociar las deudas, bien intentando que hagan una quita o alargando los plazos de pago. Lo bueno del preconcurso es que al declararlo se puede seguir con la actividad y mantener el control de la empresa, por lo que puede dar tiempo suficiente para superar una situación muy delicada.
Si no es suficiente con esta medida se puede declarar un concurso de acreedores, previsto para cuando hay problemas graves de solvencia.
Hay quien considera que declarar alguno de estos estados es una derrota. Sin embargo a menudo es la única forma de salir al paso y reflotar la empresa. Por lo que se debe estudiar esta posibilidad como una opción.
Buscar inversores
Es posible que este punto sea el más difícil y el más delicado. Si estás pasando por problemas financieros, tal vez no haya nadie que se atreva a invertir su capital, por lo que habrá que presentar un proyecto de reestructuración y negocio capaz de atraer la atención de forma potente.
También tiene el inconveniente de que un nuevo socio querrá tomar decisiones en la empresa, con lo que se pierde parte del control de esta.
Sin embargo, cuando la alternativa es tener que cerrar y liquidar el proyecto, posiblemente haya que renunciar a determinados derechos si con ello consigues sacar el negocio adelante.
