30 octubre 2018
La mayoría de las personas tienen en mente la idea de que las grasas engordan. Pero sin embargo, quizás no resultan tan perjudiciales como siempre hemos creído. El organismo las necesita, y según dos estudios contienen propiedades son beneficiosas para la dieta.
Los expertos recuerdan que la grasa es la principal reserva de energía y cuenta con nueve calorías por cada gramo. A nivel metabólico es muy eficiente, dado que se necesitan muy pocas calorías para digerirla, absorberla y depositarla.
Teniendo en cuenta que entre un 25% y un 35% de la ingesta de calorías diaria ha de ser de grasas, hay que dejar claro que su ingesta en cantidades altas y a través de alimentos no recomendados puede resultar perjudicial. La clave está en diferenciar entre aquellas que alteran el metabolismo lipídico sanguíneo, aumentando el colesterol total y los triglicéridos, y los ácidos grasos poliinsaturados o monoinsaturados.
El primer grupo de grasas son base de enfermedades de altos niveles de mortalidad y morbilidad, con graves dolencias cardiovasculares. Se encuentran en carnes grasas, derivados cárnicos grasos y productos procesados (como los de pastelería y bollería).
Y dentro del segundo estarían los aceites vegetales, los frutos secos o las semillas. Pueden estar involucrados en las conexiones cerebrales, y existen estudios que apuntan que las bajas ingestas de este ácido graso se asocian a un mayor riesgo relativo de Alzhéimer, a la depresión y al deterioro de la función cognitiva, si bien se necesitan ensayos controlados de intervención. Las personas que deseen formarse en este tema pueden completar sus conocimientos realizando un master nutrición, donde conocerán todos los últimos descubrimientos dentro de este ámbito.
Se ha repetido sin parar que los lípidos tienen una capacidad para saciar que evita mayores daños colaterales. Razón por la cual, cuanto menos comemos, más tendemos a ingerir hidratos de carbono refinados y a coger peso.
No obstante, ahora se está extendiendo la impopularidad de los azúcares, lo cual se debe según los expertos a los avances de la nutrición y las nuevas conclusiones que se van alcanzando dentro de este ámbito. Hace algún tiempo se pensaba que las grasas eran las principales responsables de ciertas enfermedades crónicas degenerativas, como la obesidad o la enfermedad cardiovascular.
Pero hoy en día se sabe que algunos hidratos refinados aportan una gran carga glucémica (provoca grandes y rápidas subidas del nivel de glucemia en la sangre) y carecen además de fibra, grasas de calidad y proteínas. A lo que hay que añadir que se suelen encontrar en alimentos de poca densidad nutricional, aportando demasiadas calorías en relación a los micronutrientes que contienen.
La mala calidad de los hidratos, presente en bebidas azucaradas, pasteles, cereales o pan de molde, se relaciona directamente con la obesidad, la diabetes y enfermedades cardiovasculares, según señala un estudio realizado por la Universidad de Navarra.
