07 noviembre 2017
Son muchas las personas que, como arrendadores, ponen a disposición de la sociedad la posibilidad de vivir de alquiler y ganan mensualmente una buena cantidad de dinero a través de la renta percibida por dichos inmuebles, siendo todo un seguro de vida con el cual poder mantenerse incluso sin necesidad siquiera de trabajar. Sin embargo, no todo es tan bonito como a priori puedas pensar, ya que desgraciadamente los comúnmente denominados como "caseros" tienen que enfrentarse a gran cantidad de problemas eventuales relacionados con los inquilinos, de entre los cuales aquel al que más temen es el de los impagos.
En el caso de que la morosidad se extienda en el tiempo, o no exista intención alguna de pagar por parte del arrendatario tras varios toques de atención, todo arrendador deberá de comenzar a pensar en como echar a un inquilino utilizando todos los medios legales a su disposición para ello, y bajo ningún concepto recurrir a otro tipo de métodos como por ejemplo cambiar la cerradura de la vivienda, cortar los suministros de la misma, etc. Ya que esto puede ocasionar más problemas que soluciones, dándole al inquilino moroso la posibilidad de demandarle a usted como propietario por coacción, ya que todas estas acciones se consideran como actos con los que imponer su voluntad por encima de la del arrendatario, quien y hasta la rescisión del contrato sigue figurando como el poseedor del inmueble a efectos legales. Siempre, a la hora de echar a un inquilino moroso, es mejor optar por la vía legal, ya que el proceso suele tardar tan solo unos tres meses en hacerse efectivo (e inclusive tan solo uno si el arrendador decide perdonar parte o la totalidad de la deuda), no siendo por tanto demasiado largo. Eso sí, si el inquilino se opone a la demanda este tiempo puede prolongarse aún más, ya que se deberá de celebrar un juicio.
Lo primero que debes de hacer como propietario del inmueble tras haber certificado la morosidad del susodicho es interponer una demanda por desahucio. Así, se iniciará el proceso legal con el que conseguirás echar al inquilino de la vivienda, así como recuperar todo el dinero que te debe. Y no solamente eso: también podrás solicitarle que costee él mismo los gastos por los trámites del proceso legal, y por supuesto el pago de los meses restantes hasta que se haga efectivo el desahucio.
Esta demanda podrá interponerse inclusive aunque el período de mora haya sido de tan solo una mensualidad, e inclusive aunque tan solo hayan pasado pocos días del día establecido para el pago de la renta mensual, ya que el arrendador no tiene por qué tolerar ningún tipo de vencimiento, inclusive aunque estos plazos sean mínimos.
En la mayoría de los casos el procedimiento judicial de desalojo acaba con la fecha del lanzamiento directamente y sin necesidad de celebrar un juicio, una situación que tan solo se dará si el inquilino se opone a dicha demanda de desahucio.
Este, también puede parar el proceso de desalojo mediante la enervación de la demanda, abonando las cantidades debidas al arrendador o ante notario de forma previa a la fecha fijada para la vista, aunque este es un proceso al que tan solo podrá recurrir y salvarle del desalojo una única vez. A la segunda demanda interpuesta por el arrendador, el proceso de desalojo será definitivo.
Siempre es aconsejable que el arrendador intente solucionar los problemas de morosidad primero mediante la vía extraoficial, contactando de forma amistosa con el propio inquilino o incluso con su avalista para poder llegar a un acuerdo y se paguen las cantidades debidas sin necesidad de llegar a juicio. Sin embargo, hay ocasiones en las cuales no queda más remedio que recurrir a un proceso jurídico, ya que hay muchas personas que hacen caso omiso a las advertencias y a la presión por parte de abogados, etc.
