Imagina un mundo en el que tu máxima aspiración es la de cobrar 2000 pesetas por servir en una casa. Imagina un mundo en el que no existen horarios, ni vacaciones, ni convenios laborales. Imagina un mundo en el que porque sí tienes una categoría inferior a la de tus compañeros hombres, por el simple hecho de ser mujer. Imagina un mundo en el que sufres acoso laboral y no puedes hacer nada.
No, no es una distopia de Margaret Atwood, sino cualquier ciudad de una España gris que aguanta los últimos coletazos de la dictadura franquista.
Ante...
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