Una tarde cualquiera de un día cualquiera. Porque el sol se pone todos los días, igual que también sale todos los días. Es una perogrullada, lo sabemos, igual que lo es sentarse a mirar. Eso ya lo hacemos de serie mientras estamos despiertos.
Pero detenerse, olvidarse del teléfono móvil, de la hipoteca, de la revisión del coche con el que hemos llegado hasta aquí o de cualquier otra preocupación mundana. Pararse a VER. Eso, querid@s amig@s, es un ejercicio que no practicamos con frecuencia.
Y puede que no lo hagamos porque...
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