Resulta inevitable cuando ves por primera vez esta construcción singular evocar imágenes de Gaudí, aunque no nos gustan las comparaciones, y también quizás de Alicia en el País de las Maravillas, o tal vez cualquier cuento de hadas que flote en nuestra imaginación sin forma, personajes o lugares concretos. Ese es El Capricho de Cotrina, una casa que comenzó a construir Francisco González Grajera en 1988 y que la mala fortuna quiso que no pudiera finalizar llevándoselo a otros mundos, con nubes de algodón, para que soñase allí otros...
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