02 abril 2018
Tanto quienes conocen la fiesta de Jarramplas como los que aún no han acudido a Piornal en esos días de cada enero, la muestra que a partir del martes acogerá la Asamblea es una magnífica oportunidad para descubrir una nueva cara de este personaje terrorífico y enigmático, eje de una de las manifestaciones más misteriosas y atractivas de la cultura y tradición extremeñas.
Porque lo que el fotógrafo limeño Jorge Armestar propone no es un viaje por la fiesta, sino por aspectos que normalmente pasan desapercibidos en el fragor de tambores y proyectiles.
A lo largo de 28 imágenes de gran formato, Armestar acerca detalles captados en tres ediciones distintas de esos mágicos ’20 de enero’ que nos hablan de admiración, sufrimiento, orgullo, expectación..., en suma, un cóctel de sentimientos humanos, una humanización del aterrador protagonista y una proyección de esta carga humana emocional hacia todo un pueblo.
Lo primero que hace el fotógrafo es despojar de color sus instantáneas. Es toda una declaración de intenciones: busca reflejar la fiesta despojada de artificios o elementosque distraigan, de ropajes, aderezos o afeites que desvíen el foco de atención.
Ocasiones hay a miles de ver todo el colorido de Jarramplas, pero Armestar tiene otra propuesta:fundir rostros, expresiones, manos, afectos, inquietud y devoción con el entorno, con la niebla, con la singular arquitectura de Piornal.
Se presenta así el Jarramplas más cercano, el que sufre, el que se agota, el que es mirado y admirado por su pueblo fascinado porque se reconoce en él, el que los niños quieren imitar y los ancianos contemplan evocando otros Jarramplas con la tranquilidad de que la herencia genética de Piornal sigue viva.
