Dada la deriva que ha tomado el PP de afianzarse en lo más profundo de la derecha, podemos significar, sin ánimo de equivocarnos, que echamos de menos a Rajoy.
Le echamos de menos, si le comparamos con su sucesor, el señor Casado, tan educado él, llamando felón al Presidente del Gobierno ( en la más tibia de las lindezas que ha soltado).
Le echamos de menos, cuando su partido permite que en Andalucía, Juan Moreno Bonilla provoque permitiendo que VOX presida la Comisión de Cultura y Memoria Histórica del Parlamento andaluz ( contenidos en los que o no cree o permite acabar con ellos).
Le echamos de menos cuando desde el PP se anima a que la sociedad española se soliviante, fomentando manifestaciones de un particular nacionalismo, tan pernicioso como aquellos otros que cuestiona.
Le echamos de menos, al ver a Monago travestido de falso progre a prietas las filas.
Vean si no las intervenciones públicas de sus huestes, compitiendo por ver quién grita más, quién descalifica con más presunta mala gracia o, en definitiva, quién es más de derechas. Sin complejos. De nuevo vuelven las ideologías. Aquellas que desde su punto de vista habían terminado por añejas.
¡Qué lejos queda la inacción, pero al fin y al cabo, el estilo moderadamente sensato del PP de hace tan sólo unos meses!
¡Hasta Rafael Hernando nos parece ahora entrañable!
Sin embargo les observamos, tutelados por Aznar, y amenazados en la hegemonía de su lugar en el tablero político, por una extrema derecha, antes cobijada en sus filas y a la que quieren engañar para que vuelva. Ni siquiera con fotos.
Veremos a ver si no acaban deglutidos.