La semana pasada en el Pleno de la Asamblea se intentó debatir sobre la Transición española, pero el impulsor de la iniciativa, el PP, no quiso profundizar en los contenidos de la iniciativa y nos dejamos ir por el omnipresente tema de Cataluña. El 155 ahogó el resto del debate. Los titulares en los medios también ayudaron a ello.
Por eso recomendaría la lectura de un trabajo del profesor Sergio Molina García, de la Universidad de Castilla la Mancha, que nos da tres posibles visiones de este momento de nuestra Historia reciente. Nos permite además acercarnos a la identificación del que consideremos más adecuado. Elijan.
En primer lugar hay una visión idílica. En ella se habla de un pacto entre las élites y se presume de que fue un modelo exportable a aquellos países que salen de una Dictadura. Se ensalza el papel del rey Juan Carlos, de Suárez, Carrillo, de Fraga o de Felipe González. Está muy asumida por los protagonistas y las generaciones que la vivieron.
En segundo lugar tenemos una visión revisionista. En ella se da mucha importancia al trabajo previo que hicieron las organizaciones sociales, los sindicatos y los partidos políticos con sus acciones y movilizaciones en la calle. Fue determinante su presión. Se reconocen aciertos y errores en todo el proceso.
Por último tenemos una visión negativa. Para algunos la Transición fue un mero maquillaje. Fue una prolongación del Régimen al mantenerse en el poder la mayoría de las élites políticas y económicas.
En cualquier caso, la Transición es el punto de origen del presente. Poca gente duda que somos herederos de ella.
Por eso sorprende la actitud de la derecha extremeña. Se olvidan que el PP fue el Partido que surgió de la evolución de AP. Sugeriría a los que lo ignoran que pregunten a los diputados que votaron en contra de la Constitución de 1978 o se abstuvieron.
Por eso a veces molesta que encima se conviertan en adalides de la defensa de la misma. La fe de los conversos….