Uno se establece sus propias fronteras visuales cuando viaja. Por ejemplo, ve el horizonte y presupone como ha de ser el paisaje en función de lo que le llega fugazmente mientras atiende al desplazamiento. Cuando te adentras por primera vez como fue mi caso, en Montemolín, todo era más o menos como lo había imaginado desde la lejanía: el castillo, un pueblecito blanco … Entonces (fue hace ya muchos años) no tuve excesivo interés ni tiempo para ir más allá. Presupuse que el paisaje era una extensión “n” veces clonada de lo que ya...
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