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LA NUEVA EXTREMADURA

17 junio 2015

Con la próxima constitución de la Junta de Extremadura, emanada de las urnas tras las elecciones del pasado 24 de Mayo, es hora, creemos, de conformar la Nueva Extrema dura.

Con la próxima constitución de la Junta de Extremadura, emanada de las urnas tras las elecciones del pasado 24 de Mayo, es hora, creemos, de conformar la Nueva Extremadura. Desde la lealtad a todos y cada uno de los ciudadanos extremeños y a la tierra, desde la más profunda moral política que ya exigen y demandan los nuevos tiempos en los que nos encontramos inmersos, desde la transparencia más cristalina exigida por todos los ciudadanos en todos los aspectos que converjan desde la vida política y que se extiende a numerosos ámbitos sociales. 

Queda evidente que, en función de los nuevos tiempos y de los resultados electores, con la presencia de nuevas fuerzas políticas a las que han aupado los ciudadanos, estamos ante la hora, desde nuestra perspectiva, de cimentar con solidez, con exigencia, con rigor, el edificio social de la Nueva Extremadura y que sería, por resumirlo muy brevemente, en tratar de hacer cada día más y mejor región.  

Se trata, pues, de una misión y un trabajo inquebrantable y constante en donde debe de imperar el esfuerzo y entrega de quienes se han alzado con concejalías y con actas de diputados provinciales y autonómicos. 

Es la hora, por tanto, de abrir de par en par, desde el respeto y la atención a todos los colectivos sociales la demanda y la exigencia para conformar los planes de presente y de futuro de la Comunidad Autónoma Extremeña, no solo sin el menor desmayo, sino con la máxima entrega desde el primer día. Atendiendo inquietudes y necesidades populares y ciudadanas y reivindicando desde la ciudadanía, de modo contante, ante Ayuntamientos, Diputaciones Junta de Extremadura y de ésta ante el gobierno central de Madrid, aquellas competencias que sean precisas en beneficio de la región.

Los tiempos evidentemente, han cambiado de forma manifiesta desde el 23 de mayo, jornada de reflexión, al recuento de los resultados. La conclusión, con los datos en la mano, en toda España, y también en Extremadura, es que las urnas demandan unas nuevas formas de gobierno. Y que las mismas estén cuajadas de sensibilidad, de honradez, de atenciones, sobre todo en el plano social, y de luchar, de forma intensa, por los esquemas de esa Nueva Extremadura. 

La de la honradez más absoluta en las responsabilidades políticas y las cuentas siempre claras, la de un orden claro de prioridades, la de la defensa, apasionada y apasionante de Extremadura, que no se siga quedando atrás en el concierto de las Autonomías, y que sus puertas, las políticas, se abran de par en par a todos. 

Es la hora del diálogo inquebrantable, de la negociación permanente, de la alianza de fuerzas, del compromiso, pero de los de verdad y no de fácil palabrería mitinera, por los pueblos de Extremadura y sus gentes, por cuidar los surcos de sus necesidades, por sacarla y dejar atrás sus carencias, por batallar por sus más necesarios e inminentes logros. Y, sobre todo, más allá de todo eso, por alcanzar un esquema de futuro con la planificación más ordenada en todos los campos. Social, Industrial, Económico, Cultural, Agrícola-Rural, Humano... Y todo ello con el imperativo de lo más justo como punto de partida. 

La Extremadura de ayer y hasta la de hoy ya queda atrás. La llamada de los nuevos tiempos se impone por exigencia y demanda social colectiva. 

En muchos lugares se han acabado las mayorías absolutas o casi absolutas, de ordenamientos imperativos, de rechazos a la oposición, por razonables que fueran sus proyectos o propuestas, y de partidismos viscerales y radicales. Como existe, quiérase o no, en algunas de las páginas más recientes de Extremadura. 

Hoy los concejales y los diputados están adquiriendo, por lo que podemos ir comprobando, ese compromiso del extremeñismo más racional y coherente, más lógico con las necesidades de los pueblos, con los anhelos, necesidades e inquietudes de sus gentes, en la apertura de los caminos que permitan a los nuevos cargos bajar de sus pedestales, pisar el barro de la calle y escuchar el rumor callejero de las demandas ciudadanas. 

Unas calles donde hay miles de parados, donde existen miles de setecientos, ochocientos o mil euristas, donde habitan miles de desesperanzados y desesperanzas, donde surgen numerosas necesidades de prioridades sociales sobre cuestiones faraónicas o, cuando menos, innecesarias. Y donde sobran, como todos sabemos, señalados defectos, errores, vicios o abusos. En este sentido quisiera especificar, para evitar susceptibilidades y que no se me malinterprete, que escribo desde la buena fe.

La sociedad extremeña demanda, en muchos casos de forma angustiosa, que se ponga en marcha una nueva tipología de hacer política y que conduzca, del modo más urgente posible, a la Nueva Extremadura.  

Hace escasos días, por ejemplo, podíamos leer en estas mismas páginas del periódico REGION DIGITAL que podrían estar abriéndose las puertas de una nueva etapa migratoria, aunque no con la intensidad de la de los años 50, 60 y 70 de la pasada centuria, claro es. Pero una nueva emigración que supondría una amenaza para el panorama socioeconómico regional, el alejamiento y la ruptura de familias, de tradiciones, de historias, del patrimonio popular. Y, siempre, el castigo de los más débiles y necesitados para levantar otras Comunidades. ¿O cuántas decenas de miles de brazos extremeños no han contribuido con su trabajo con sus esfuerzos, con sus pesares, por ejemplo, al levantamiento del progreso de Cataluña, del País Vasco, de Madrid?. ¡Cuánto sabe de este tema la Extremadura rural, una parte de la cual se va asfixiando de vejez y abandono, y, también, la de los grandes municipios y ciudades...!

Por ello, con Guillermo Fernández Vara a punto de alcanzar la Presidencia de la Junta de Extremadura, apuntar, modestamente, que lo primero que se impone es la moral del sentido común, de elaborar un Plan Urgente de Necesidades Sociales, de la racionalidad, del diálogo con todos y de atención a los más desfavorecidos. Sin olvidar ningún campo. Es la hora de trabajar, pues, sin desmayo. Sería por tanto, la exigencia de la Nueva Extremadura.

Y para ello también, se necesita una oposición reivindicativa y una sociedad que exija los cimientos de los planteamientos más adecuados para construir y alzar ese nuevo icono de nuestra tierra que sea, sencillamente, el edificio de la Nueva Extremadura. 

Desde esa voluntad quisiéramos partir en este artículo. Mientras son muchos los políticos y los analistas que, además de los nuevos tiempos, que imponen los cambios en las urnas, en tan solo cinco meses, se celebran los comicios generales, de excepcional importancia en la historia de España. Una cita electoral, por cierto, que está en el ojo de toda la sociedad española.

Y para regir hoy los pueblos, las ciudades y la Junta de Extremadura hace falta un crédito extraordinario en el que tenemos que creer y participar todos, absolutamente todos. Y con una política, permanente, de puertas abiertas, de concordia. Y, también, de mucha valentía. Pero es la hora de las valentías y de los valientes. Sobre todo desde el compromiso moral con la sociedad.

A raíz de ahí, con equilibrio, con ética, con racionalidad, con deontología sociopolítica y administrativa, con una inmensa capacidad de diálogo, de acuerdo y de negociación a cuantas bandas sea preciso, seguramente podamos ir aunando voluntades y criterios desde la mayor racionalidad y sentido común en beneficio de las gentes y los pueblos de Extremadura, que están repletos y atiborrados de necesidades en todos los ámbitos.

Quiérase o no esa es la realidad.   

 

 

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